Belleza mortífera 1.0

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La belleza física es algo indispensable para poder conseguir un buen alfa, guapo y con el bolcillo lleno de riquezas

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O bueno... Eso pensaba la chica de cabello verde y ojos del mismo color.

Esta mujer omega no tenía nada destacable, su rostro era bastante común al igual que su estatura y aunque su cabello fuera poco común, eso no ayudaba mucho ya que no le servía para tener un buen proveedor en su vida.

La mujer pasaba horas frente al espejo mejorando su apariencia con maquillaje, adornos para el cabello e incluso compraba las mejores ropas para dar una impresión mucho más favorable, pero para su desgracia nada era suficiente. Los alfas que ella quería en su vida se fijaban en omegas con una belleza más natural e incluso con mejores atributos como caderas anchas o pechos grandes en caso de omegas femeninas, pero había algo que a los alfas les atraía aún más y eso era el aroma, entre más exótico y dulce fuera el aroma del omega más atractivo era. 

Para desgracia de la peliverde tanto como su apariencia y olor eran totalmente normales, sus caderas tenían un ancho mediano, sus pechos no pasaban de la copa B y su aroma no era nada que los alfas no hayan olido en algún otro lugar, ella detestaba, odiaba y aborrecía su aroma de vainilla con un toque de rosas rojas. 

No importaba lo mucho que se esforzara, siempre su tipo de alfa ideal la rechazaba una y otra vez y todo empeoró cuando su alfa destinado apareció en su vida, si bien ese hombre amaba hasta el mínimo detalle de ella, ante los ojos verdes de la omega solo era un sucio e inferior campesino sin nada que ofrecerle. 

Ella había nacido en el ceno de una familia acomodada y el simple hecho de unir su vida con alguien por debajo de ella le asqueaba demasiado, sin embargo la gota que rebasó el vaso fue que su alfa destinado cansado de tantas humillaciones por parte de la fémina terminó por rechazarla como destinada haciendo que el vinculo que rompiera para siempre, dando que por consecuencia que la omega sintiera un gran dolor en el pecho, por instinto su omega interior chillaba y se revolcaba de dolor por el rechazo de su querido destinado.    

Aunque sentimentalmente eso no haya afectado a la peliverde si le había dañado su orgullo de una forma irracional, en su mente solo podía pensar ¿Cómo se atreve ese campesino asqueroso a rechazarme? 

Al final cansada y cegada por su deseo superficial y codicioso, se adentró a la zona más oscura de ese reino y consiguió un libro prohibido, si bien el mundo en el que vivía habían criaturas mágicas y hechizos de combate había limites y eso era hacer trato con demonios. 

La de cabello verde lo sabía, pero aún así lo hizo pacto con uno para tener belleza eterna y exótica, perfecta para conquistar a los alfas que tanto quería, sin embargo ese pacto tenía una condición y es que aunque ella ya había entregado su alma al invocar al demonio y tener su deseo, no era suficiente para sellar aquel acto tan malévolo e impuro. 

Normalmente este tipo de pactos llevaban a involucrar el alma de alguien más, pero por muy extraño que parezca el demonio en vez de pedir en sacrificio a alguien más simplemente le dijo a la fémina que no podía tener descendencia, aunque extrañamente no le quitó su fertilidad. 

El trato era tan tentador que la omega no lo pensó dos veces y aceptó el trato sellándolo con su propia sangre y sin más el demonio desapareció con una sonrisa siniestra. 

La chica de cabello verde sintió como su corazón dejó de latir antes de caer totalmente inconsciente al fino piso de su habitación. 

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 La fémina despertó entre sus lujosas sábanas de ceda y pudo divisar a su nana con un gesto de alivio. 

_¡Señorita al fin despertó! -la omega peliverde simplemente la miró inexpresiva- 

_Señorita -repitió la señora mayor pero con un nudo en la garganta- ¿Pero qué ha hecho? la desperté entre velas apagadas y sangre -dijo pensando lo peor mientras soltaba algunas lagrimas- y... Esa apariencia -con lo ultimo la fémina reaccionó y se le levantó de la suave cama con prisa y se dirigió hacia el espejo de su habitación. 

La omega miró con asombro su nueva apariencia y con entusiasmo se acercó aún más al espejo de la habitación para contemplarse mejor

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La omega miró con asombro su nueva apariencia y con entusiasmo se acercó aún más al espejo de la habitación para contemplarse mejor. 

Su antes cabello verde liso y sin brillo ahora era rizado y sedoso, con solo verlo daban ganas de acariciarlo. 

Sus ojos antes verdes ahora eran un poco más grandes y brillaban al igual que un par de esmeraldas brillantes.

Su cara antes redonda ahora estaba perfilada al igual que su nariz.

Sus labios antes pálidos ahora tenían un ligero toque carmesí al igual que sus mejillas, las pecas que antes intentaba cubrir con maquillaje ahora combinaban perfectamente con su rostro haciendo un terminado exótico pero realmente hermoso. 

Su cuerpo iniciando por sus pechos habían crecido, a simple vista parecía ser una copa C, su cintura ahora era más pequeña y sus caderas ahora eran más grandes, sin embargo se complementaba completamente con sus piernas sin llegar a verse extravagante. 

Y para finalizar... Su olor había cambiado, a decir verdad sus feromonas olían muy bien, pero no lograba descifrar que olor era.      

_Nana... Soy hermosa -dijo con y una sonrisa malévola mientras colocaba su mano en su mejilla- 

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Sin embargo un trato con un demonio no puede terminar bien 


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No me gusta poner un comunicado al terminar este tipo de capítulos, pero recuerden que aquí la belleza es narrada de una forma muy fantasiosa, para avanzar con la historia tengo que poner estándares de belleza, pero eso no significa que estos estándares sean como deben lucir o como deban sentirse segura/o, recuerden que la belleza es subjetiva y que cada cuerpo es hermoso esto es una historia ficticia de fantasía. 

Recuerden que las ilustraciones no son mías y sin más que decir me despido. 

EL REINO DE RUBÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora