𝘚𝘶𝘴 𝘗𝘶𝘵𝘰𝘴 𝘗𝘳𝘰𝘣𝘭𝘦𝘮𝘢𝘴 (parte 1) TW

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Agachada y en cuclillas, Marlenne divisaba de lejos como las personas ordinarias paseaban por las concurridas calles. La antigua ventana llena de mugre lucía un aspecto deplorable, las astillas sobresalían y un cansancio enorme se apoderaba de su cuerpo. Solía divagar en sus pensamientos sin fijarse mucho a su alrededor, no le daba importancia a nada. Unos días atrás era solo una niña ordinaria, tranquila, obediente y... con la boca bien cerrada. Un error de novatos es hacer lo que ella hizo, abrió la puta bocaza y lo jodió todo, o eso le hicieron creer. Nunca le gusto mucho la idea de que la gente gritara al lado suyo, se limpiaran las sobras de comida con sus mangas, masticaran con la boca abierta, dieran toquecitos con el pie y movieran la mesa... Todos esos eran motivos para cargárselos a todos. No podía más. Los medicamentos ya le jodían bastante, mientras que por otro lado el vacío que se formaba en su cabeza le obligaba a hacer, decir, y ver cosas que no debía. Se estaba volviendo loca. Sentía como si le hubiese puesto un botón de pausa a su vida mientras los demás seguían avanzando sin echar la vista atrás. Estaba harta de todo y de todos.

Se escuchan unos pasos y la puerta del baño de chicas se abre, debajo de la puerta del cubículo más alejado de la entrada se pueden ver unas zapatillas de deporte un poco desgastadas y con marcas de barro

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Se escuchan unos pasos y la puerta del baño de chicas se abre, debajo de la puerta del cubículo más alejado de la entrada se pueden ver unas zapatillas de deporte un poco desgastadas y con marcas de barro. Hay alguien enfrente de la puerta de su cubículo, intentando aguantar la respiración para no hacer el más mínimo ruido, se sube a la taza del váter y espera...espera y...se ha ido. 

Suelta un suspiro de alivio, volviendo a darse cuenta de qué hacía en el baño justo en medio de clases. El gorgoteo y nauseas vuelven a su garganta, mientras mira a la taza del váter con tentación, introduce sus dedos hasta su garganta, haciendo presión. Lo hacia para sacar todo aquello que le molestaba? Para no sentirse culpable por comer? Para no estar llena?

Era como un castigo que le ofrecía tranquilidad pero que le marchitaba el cuerpo y su pequeño corazón roto...

Los codos apoyados en la taza fría del váter se deslizan suavemente, y unos mechones del oscuro pelo sujetado con una goma empiezan a deslizarse hacia abajo. Cada vez que hace eso le entra más culpa, está rozando la punta de un iceberg, Marlenne sabe que si sigue así será peor pero... no puede detenerse. No puede detener el ansia, los pensamientos agonizantes y oscuros, los comentarios o las miradas. No lo soporta.

Abre la puerta del baño, revisando con la mirada todos los insultos escritos en las paredes con rotulador permanente: zorra, puta guarra, asquerosa, gorda de mierda, travesti repugnante, muérete... Lo han escrito con rotulador permanente para que no se nos olvide a ninguna/o de donde venimos o lo que nos han echo sufrir. Pero sabéis que os digo? Que les follen

Ella podría seguir así toda la mañana, re leyendo insultos, pero no le apetecía pensar demasiado en algo que ya había escuchado varias veces

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Ella podría seguir así toda la mañana, re leyendo insultos, pero no le apetecía pensar demasiado en algo que ya había escuchado varias veces. Salió de allí y se dirigió a su aula, atravesando los pasillos con algo de prisa y cansancio. Nada más abrir la puerta del aula de un portazo, miró con cara de asco a todos sus compañeros. Estaban todos ahí, haciendo clase como todos los días. Ellos eran tan... normales quizás? Joder se sentía tan mal aquella sensación... La sensación de ser la única pieza del puzle que no encaja o no sabe como hacerlo.

Su pupitre estaba situado al final de la sala, con cortadas de cúter, cosas escritas con permanente, típex o insultos sobre la madera desgastada. Cruzó en el aula con la espalda levemente encorvada, como de costumbre, mientras que la sudadera ancha ocultaba los múltiples cortes de brazos y piernas. Cada vez que caminaba sentía todas las miradas clavadas en ella, como cuchillos afilados que se incrustan en su piel lentamente. Odiaba esa sensación pero no podía hacer nada al respecto.

Poemas e Historias para no cortarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora