2. Monarca.

165 5 0
                                    

Un hombre se encontraba sentado en la parte alta de un risco, bajo un árbol de cerezo. Al lado del cerezo, una cascada. Veía el amanecer que se levantaba en el horizonte.

Así que ¿Sólo nosotros cuatro nos enfrentaremos a Keizer DesGhidorah?.—Preguntó otro hombre a un lado de él.

Sí. Sólo nosotros cuatro.—Respondió el otro.

¿Estás seguro de esto, Kane?.—Preguntó otra vez.

Sí, Aras. Igual, somos más que Keizer. Él tiene 3 cabezas, y nosotros somos cuatro, con cuerpo completo.—Rió un poco Kane, luego miró al suelo y pensó un poco.

—Kane... Somos sólo humanos después de todo.-Kane miró al horizonte.—Tú puedes tener un poder mayor a la de cualquier humano, y superar incluso a un titán, pero sigues siendo humano. Rajoy apenas tiene 17 años. Y Dashiro, él quiere regresar a casa algún día con su hija.

Aras observó con más detenimiento los ojos de Kane. No eran normales, azules o verdes como los de cualquiera. Los ojos de Kane eran escarlata puro.

Un raro tipo de color de ojos. De seguro algo increíble para cualquiera que lo viera.

Sí algo pasa, intentaré sellarlo para que los demás que nazcan después de mí con mi mismo poder puedan vencerlo.

Pronto, Aras se percató que esos ojos escarlata se volvían poco a poco grises. Literalmente.

Ahí entendió. Kane estaba triste. Rápido, buscó una forma de hacer sentir mejor a Kane.

Bueno, igual... No creo que perdamos, después de todo, somos... los más fuertes, ¿No?.

¡Eso es cierto! ¡Somos los más fuertes!.—Gritó Rajoy en una de las ramas del rosado árbol.

Y que no te caba duda de eso.—Dijo Dashiro asomando su cabeza de detrás del árbol.

Eso es completamente cierto.—Respondió Kane con una sonrisa. Una sonrisa que contagió a Aras a también hacerlo.

Aunque... ¿cómo sabes que nacerán más personas con habilidades como las tuyas?.— Preguntó Aras. Kane respondió;

-¿Y cómo sabes que no nacerán más portadores como yo?.

Seth despertó agitado y sudando. Se sentó en la cama, y vió con sus ojos soñolientos a un chico frente a él.

Abrió bien sus ojos. Era Kenneth.

—Estamos en la base de Chicago, si te lo preguntas. Amhuluk te....

—Sé lo que pasó.—Cortó Seth, y se sentó en la cama.—¿Hubo alguna dificultad en la misión después?.

—No. Habían soldados, mercenarios de Alan Jonah querían la información y el cráneo de Ghidorah también. Pero los combatimos.

—Ya veo.-Suspiró.—Alan ha estado detrás de nosotros desde los primeros ataques. ¿No se cansa? Ya está viejo, debería estar en el asilo.—Finalizó, con un desprecio que ni se esforzó en ocultar.

Reach Or Dominion (Ghidorah): ZeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora