Capítulo 4

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Era pasado el mediodía del sábado, los padres de Wally se encontraban en casa compartiendo en familia con sus hijos y Kuki que fue incluida en las actividades familiares solo que por alguna razón, estaba muy callada. Hablaba cuando le preguntaban cosas o cuando Joey demandaba su atención en el juego de cartas favorito del niño. El pequeño hermanito de Wally había desarrollado cierto apego hacia la chica, cosa que no había pasado por alto de parte del hermano mayor y claramente el pequeño había notado la mirada de su hermano más fija de lo normal encima de él cada vez que se acercaba mucho a la japonesa y eso al niño le resultaba divertido, molestar a su hermano le causaba mucha gracia. Las actividades fueron interrumpidas cuando sonó el teléfono fijo de la casa de los Beetles y el padre de Wally se levantó a contestar. Luego de unos 10 minutos regresó con la familia a dar las nuevas noticias. 

Y así, Kuki se encontraba en el auto con el padre de Wally, que conducía con dirección a su casa, miraba por la ventana pero se sentía desanimada. No le había sentado bien la situación. 

―Tu padre me dijo que tienes llave de la casa, no te preocupes y toma todo lo que necesites, si quieres regresar por más cosas te puedo traer o le pides a Wally que te acompañe― comentaba Sydney Beetles mientras conducía. 

―Si, gracias por traerme― contestó la chica en un tono triste. 

―Animo pequeña, tus padres regresaran tan pronto como puedan, mientras tanto no habrá problema en alargar tu estadía, mi esposa está muy contenta de tenerte en casa, es casi como tener una hija. Y estoy seguro que Wally estará encantado― pero el buen humor de Sydney no era suficiente para la chica. 

Un par de minutos después, Kuki abrió la puerta de su casa y cuando estuvo adentro, prendió las luces. Todo lucía tal cual como cuando se fue hace casi una semana, los muebles y el piso apenas si tenían pequeñas partículas de polvo, probablemente se notarían más cuando sus padres al fin regresaran. 

Subió a su habitación y tomó una maleta del armario y la empezó a llenar de ropa limpia, artículos de uso personal, zapatos, calcetines, su traje de baño a petición de los Beetles ya que llenarían de agua la piscina para poder usarse, su frazada favorita y por supuesto, tomó otro simio arcoíris y lo metió al fondo de la maleta para que no se notara a simple vista que llevaba otro muñeco a casa de Wally. Quizás era algo muy infantil pero necesitaba de alguna forma apoyo moral. 

Tardó unos 20 minutos en arreglar sus cosas y salió de su cuarto y pasó al cuarto de su hermana. Abrió la puerta y prendió las luces, el cuarto de su hermana lucía como siempre, lleno de colores lilas y simios arcoíris y dio un largo suspiro, extrañaba a su pequeña hermanita aunque a veces fuera un fastidio. Echo un vistazo nuevamente a la casa para comprobar que todo estaba en orden, apagó las luces y se encaminó al auto de los Beetles. 

―¿Ya tienes todo lo que necesitas?― preguntó el padre de Wally cuando la chica cerró la puerta del auto al entrar y ella le respondió que sí ―Excelente, regresemos entonces― y se dispuso a manejar.

Kuki seguía algo perdida en sus pensamientos, se sentía triste. Extrañaba a sus padres, a su hermana, a sus amigos, tenía a Wally y a Hoagie, pero ya no podía esperar para salir los cinco de nuevo. Sus padres no iban a regresar pronto por lo que le dijeron, se tendría que quedar en casa de los Beetles hasta nuevo aviso y eso la llenaba de una sentimiento de frustración que no lograba entender, quizás se debía a que no quería seguir incomodando a Wally, el era un chico ya grande, adolescente, testarudo, enérgico y de seguro no quería pasar todo el verano al lado de una chica cursi y tonta como ella. 

KND El verano que nos cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora