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115 d.c

Daemon está furioso como se atrevía su hermano a obligarlo a estar cerca de su esposa o como le gustaba llamarla su perra de bronce ya bastante malo era que lo obligara a casarse y ahora pretendía meterse en su vida marital.

Por una vez en su vida se cansó de llevarle la contraria al rey y se fue con su dragón a el valle, pretendía pasar unos días en se nefasto lugar y luego volvería a hacerlo lo que le plazca, solo necesita que Viserys quitara los ojos que tenía sobre él un rato.

Pero no todo sale como lo planeas o si?

El príncipe no era el único inconforme con la situación, Lady Rhea tampoco lo quería cerca, pero que su tío la obligara a pasar tiempo de calidad con su esposo no era de mucha ayuda.

Llevan horas metidos en su habitación y no se había dirigido una sola palabra, el único sonido que se podía escuchar era el del vino siendo vaciado en copas e ingerido por los dos presentes, copa tras copa sin parar, si tenían que estar en la presencia del otro al menos no sería en los cinco sentidos.

Definitivamente eso traería consecuencias.

Después de un rato el silencio de la habitación terminó, ya que el príncipe notó la penetrante mirada que le daba la mujer que tenía justo al frente.

-Qué?- su voz estaba llenada de aburrimiento.

-Solo quiero saber algo- arrastro un poco las palabras, el alcohol estaba haciendo su trabajo- Aunque es estupido, mejor olvídalo.

-Habla- demandó.

-Yo, solo quiero saber porque me desprecias tanto- pudo escuchar una de sus típicas risas cargadas de sinismo.

-No es obvio, no quería este matrimonio- su voz ahora estaba cargada de odio.

Eso la alteró, como se atrevía a hablarle en ese tono.

-Ah si? Pues sorpresa, yo tampoco lo quería, pero ahora estoy atrapada con un imbecil por el resto de mis días- alzo la voz con cada palabra.

Como era de esperarse esto no le gustó para nada al platinado, toda la ira que había reprimido estaba a punto de estallar. Se acercó peligrosamente a Rhea y arrinconó contra una pared.

-Escuchame bien, es la última vez que me hablas así o me temo que algo trágico podría ocurrirle a mi perra de bronce- tan rápido como esas palabras salieron de sus labios, obtuvo la respuesta. La mano de la mujer se estampó fuertemente contra su mejilla derecha tanto que logró robarle el aliento y como si de un movimiento mecánico se tratara sus miradas volvieron a chocar cargadas de odio puro y talvez un poco de deseo.

Sin poder evitarlo la beso con desesperación y ella que se resistió un poco al principio no pudo evitar caer en sus garras el licor había echo su trabajo y aunque el príncipe también estaba fuertemente influenciado por este no podía negar que la forma en la que está mujer lo había enfrentado terminó generando un poco de fuego en él.

A la mañana siguiente despertó con una segunda presencia en su cama, totalmente fastidiado con la situación el platinado no hizo más que tomar su ropa para irse del lugar, ahora estaba seguro de que no volvería en largo tiempo.

Las lunas pasaron y la noticia del embarazo de Lady Rhea se esparció por los siete reinos, como era de esperar el rey estaba encantado pensando que al fin su hermano sentaría cabeza. Por otro lado los dos implicados no podrían estar más disgustados con la situación, en especial ella estaba cerca de dar a luz y el embarazo se complicaba más y más para este punto los maestres ya la había obligado a estar postrada en su cama. Traer un dragón a la vida era un proceso muy complicado y no muchas podrían resistirlo.

El Deseo Del Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora