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130 d.c

La noche había caído y con ella empezó el parto de Laena, sus gritos se podían oír por todo el castillo. Mientras tanto Vaegon acompañaba a sus hermanas, estaban en sus camas listas para dormir.

-Lee para nosotras- hablo Baela- por favor- completo Rhaena.

-Esta bien, ¿qué quieren escuchar esta vez?

-El libro que está sobre la mesa- Se levantó para tomarlo y volvió a sentarse en el sillón que estaba en medio de ambas camas.

No llevaba ni la mitad de la historia cuando las niñas se quedaron dormidas, las cubrió bien con las sábanas y dejando un beso sobre sus cabezas, salió de la habitación.

Camino por los pasillos en dirección a los aposentos de sus padres, quería saber cómo iba el parto, una sensación rara se apoderó de su cuerpo ¿por qué todo estaba en silencio? Cuando cruzo la puerta el panorama lo desconcertó un momento.

El mal presentimiento que invadió su cuerpo cuando no encontró a la mujer en su habitación fue desmesurado. Empezó a buscarla por todo el lugar con desesperación pero cuando llegó hasta ella era demasiado tarde, la orden fue dada y la dragóna que se resistió al principio a llevarla a cabo, terminó calcinado el cuerpo de su jinete.

El parto se había complicado y la mujer supo que no iba a sobrevivir, así que ella misma tomó las riendas de la situación y murió de manera digna. Como ella misma lo eligió.

Laena Velaryon había muerto y eso fue suficiente para que Vaegon se derrumbara. Le habían acabado de arrebatar un pedazo de su alma, sin embargo las lágrimas nunca abandonaron sus ojos, el dolor se estaba convirtiendo en impotencia y entonces un grito desgarrador abandonó su garganta, al mismo tiempo un rugido sacudió todo el lugar, Draghar también estaba sufriendo, el vínculo que tenía con el muchacho le permitió sentir todo su dolor. Vaegon pensó que no era justo, no podía perder a su mamá de nuevo, frente a sus ojos y sin pode hacer nada para evitarlo.

Cuando alzo su mirada pudo ver a su padre que aún se encontraba en estado de shock, pero poco le importó. Empezó a caminar, casi correr hasta su dragóna al cual al verlo también se aproximó a él sintiendo su desesperación. Con rapidez se subió a su montura y no tuvo que decir nada para que se alzara en vuelo. Llevaba un rato volando sin rumbo cuando lo dijo.

-Dracarys- gritó con todas sus fuerzas y la bola de fuego no se hizo esperar.

Aquella acción no lo hizo sentir mejor, se quedó en el cielo por varios horas y pudo contemplar el amanecer.

Cuando volvió a tierra se encontró con una escena que lo hizo sentir peor, su padre tenía a sus hermanas abrazadas, consolandolas, las niñas estaban bañadas en lágrimas. Entendió que debía ser fuerte, ellas necesitan a su hermano mayor. Se acercó con lentitud y permitió que su padre lo uniera al abrazo.

🔥.

Varias horas habían pasado, ahora se encontraban en mercadería, en el velorio de su madre. La familia real los acompañaba y uno que otro lord también.

Rhaena se aferraba a su hermano con fuerza mientras Baela era abrazada por su abuela Rhaenys. La reina que nunca fue. A Vaegon siempre le pareció estúpido que la llamaran de esa forma, estaba seguro que ella hubiera sido una gran gobernante, adoraba a su tío Viserys pero tenía que ser sincero a él le falta el carácter que aquella mujer le sobraba.

-Nos reunimos hoy en el escaño del mar para enviar a Lady Laena de la casa Velaryon a las aguas eternas, el dominio del rey Merling, donde él la cuidará en los días venideros.
Al zarpar al océano en su viaje final, lady Laena deja en la costa a dos hijas legítimas. Aunque su madre no regresara de su viaje, ellas seguirán unidas por la sangre. La sal corre por la sangre de los Velaryon. La nuestra es sangre espesa. Es sangre verdadera. Y nunca debe diluirse.- Hablo Vaemond Velaryon.

Aquel hombre no le agradaba para nada al peli negro, como se atrevía a usar el funeral de su madre para enviar tales indirectas, era consciente de que no eran solo para los hijos de Rhaenyra, también eran para él.

La risa de su padre resonó por el lugar interrumpiendo el discurso, dejando a todos desconcertados y creando cierta furia en Vaegon.

-Mi gentil sobrina, que los vientos sean tan fuertes como tu espalda, tus océanos tan apacibles como tu espíritu y tus redes tan rebosantes como tu corazón. Del océano venimos, al océano regresamos- el discurso terminó y ataúd fue lanzado al mar.

Laena murió como una Targaryen y se fue como una Velaryon.



















○No les voy a decir quién casi llora escribiendo este capitulo. Laena merecía más. Por otro lado díganme que no soy la única que odia que Daemon se ría, entiendo la razón pero eso no cambia lo horrible que fue.

○ por otro lado mi cuenta de tik tok es ldeluna04_ . Por si me quieren seguir subo varios vídeos de la historia y aveces son de adelantos.

Mood de este capitulo:

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El Deseo Del Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora