Capítulo 6

119 20 10
                                    

Se arrepintió apenas dejar la habitación.

Odiaba discutir con su hermana, pero fingir que no le molestaba tampoco habría hecho algún bien a su relación. Sabía que así era como debían ser las cosas, que un día Irene tendría el poder y sería su deber guiar la organización y velar por la familia. A Sehun solía preocuparle quién la cuidaría mientras ella veía por los demás, pero su madre le dijo que la tarea le correspondía a él. Proteger a la reina, aconsejar a la líder, ser su escudo y también su mejor arma.

No hubo un día, desde que conocía su destino, en que no se preparara para cumplir con la promesa que le había hecho a sus padres y también a él mismo. Entrenaba largas horas en el gimnasio con el fin de trabajar su cuerpo y estudiaba cuánto podía para fortalecer su mente. Confiaba en el papel que su noona haría cuando llegara el momento, tanto porque lo llevaba en la sangre como porque dudaba que alguien lo mereciera más que ella.

Quizás por eso se enfadó. Sabía que la decisión de cobrar una vida no le correspondía, al menos no todavía, pero no podía evitar sentir que los traicionaba, a ellos: a su padre, que hizo hasta lo imposible para asegurar la felicidad de los suyos; a su madre, que soportó media vida de dolor y miseria; y a él, quien le dio su confianza ciega porque pensaba que llegado el momento tomaría las decisiones que más convinieran a su familia.

Al final, dejarlo salir no era el problema, su padre le enseñó que los problemas se solucionan plantándoles cara, lo que realmente le hacía sentir mal era la forma infantil en que permitió que las emociones le dominaran y motivaran el ataque verbal contra su noona. Está bien, ya lo arreglaremos en la cena, se dijo.

Lo último que esperaba era que apenas volver, su madre irrumpiera en su cuarto con el alma pendiendo de un hilo. Uno de los carros había desaparecido del garaje y sus hombres temían una posible invasión a la mansión, así que mientras Junmyeon se aseguraba de que sus hijos estuvieran a salvo, Yifan revisaba las cámaras con los de seguridad. No tardaron en descubrir que la causante de todo era la misma Irene, quien aprovechando el cambio de guardias tomó el auto y salió de la mansión.

Mientras sus padres se preguntaban qué podría haber impulsado a su hija a tomar una decisión tan extraña (jamás le prohibieron salir y ella sabía que disponía de los guardias), el chico tardó unos instantes en comprender de qué iba aquello y sintiéndose culpable, alcanzó a tomar su chaqueta antes de salir y obligar a Nichkhun a conducir. Tuvo que correr cuando quedaron atrapados en el tráfico y el chofer le gritó que avisaría a sus padres.

Corrió tan rápido como pudo, el corazón le bombeaba errático dentro del pecho y su miedo iba in crescendo. Jamás había dudado de que Irene naciera para liderar, que fuese una cazadora sin miedo a ir tras su presa, pero tampoco nunca se engañó, escudando en su sangre las debilidades de su hermana. 

No sabe medir el peligro ni tiene en cuenta sus propios límites, además... esa bestia no es su víctima, para ella también es su familia.

La imagen que encontró, ni bien poner un pie en la farmacia, hizo que se le helara la sangre y que por un momento su corazón se detuviera. Irene yacía en el suelo, herida, débil y desarmada. Sehun tembló, temió haber llegado tarde y que su hermana no se salvara, pero así como la impresión lo dominó, todos sus sentidos reaccionaron y una ira indomable estalló en su pecho cuando Yunho se deslizó en su campo de visión. El placer retorcido que sentía por haber sometido a la chica le revolvió el estómago, poco menos de lo que lo hizo verlo tan cerca de su princesa.

No supo de dónde sacó la paciencia para malgastar el tiempo en presentaciones, ni siquiera estaba seguro de haber sido consciente de pensar en lanzarse al ataque, hasta que su cuerpo impactó contra el del otro, derribándolo en el acto. Golpe tras golpe, Sehun sentía como la mente se disociaba de su cuerpo, cada puñetazo poniendo en evidencia los reflejos que había desarrollado en el gimnasio y los instintos de depredador que poseía desde que nació. Yunho se defendió, intentó quitárselo de encima y en algún punto lo consiguió.

Muñeca de cristal [Seulrene] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora