Tenía ojos de loba, mordía como una.
Clavaba la mirada adentro de tu alma,
mordía tu cuello,
desgarraba tu espalda en plena oscuridad.
Tenía piernas de oro, valían millones.
Piernas plasmadas en la sabana blanca,
valían todo el tiempo del mundo
Tenía labios que incitaban,
besaba como nadie.
Besaba mi boca,
mis ojos
mi piel
mis huesos
mi cuerpo en lo blanco.