Hecho traumatico 1

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Pleno día caluroso y ventoso. Típico de la época estacional. 2015. Un número que quedó marcado para el resto de su vida.

Ella sabía, sabía que no tenia que meterse en líos que se relacionaran con su padre. Menos sabiendo las consecuencias que eso podría llevarle. Era una adolescente tan aplicada, tan bondadosa, compañera y solidaria, que destruyó todo aquello que le tardó años conseguir en un solo día.

Desde los cinco años, empezó a darse cuenta que su padre abusaba física y verbalmente de su madre. Aquello que resultaba ser "amor" entre su familia, se transformó en total odio. Todos los dias se levantaba una hora antes y le dejaba a su madre un pedazo de gasa, papel y alcohol, para que limpiará sus heridas, ella no podia hacerlo, era demasiado pequeña y si lo hacia, su padre le pegaria. Iba a la escuela todos los dias y fingia estar bien. Todos hablaban de ella, ademas de ser muy inteligente, era la más hermosa. Asi como tenia a su grupo social cercano, tenia a las personas envidiosas a su "fama", y no dejaban de hablar cosas malas de ella. Eso, al fin y al cabo, terminó perjudicandola, viéndose afectada en sus notas y en su progreso escolar.

No obstante, y con ayuda pedagógica por parte de la escuela, habia logrado conseguir uno de sus sueños: representar a su escuela en las olimpiadas nacionales de filosofía. Estaba muy orgullosa de ella misma, al fin había conseguido hacer algo que podría sacar a su madre de aquel lugar lleno de violencia y alejarla de su padre completamente, puesto que si viajaba para el evento, su madre tenia que ir con ella. La había anotado como su compañía responsable y una vez allí, escaparían para siempre y ninguna de las dos tendría que volver a ver a ese hombre.

El día que le anunciaron sobre las olimpiadas, corrió hasta su hogar. Su rostro irradiaba felicidad pura. Estaba tan emocionada. Antes de ingresar a su casa, vio el auto de su padre en el garaje, lo cual le pareció extraño, ya que él a esas horas trabajaba. Ignoró eso. Su noticia era mas importante que un auto estacionado.

Tocó la puerta, pero se dio cuenta que estaba semiabierta, entonces entró. Caminó con rapidez hacia el living mientras gritaba "Mamá, estoy en casa".

Nadie respondía, nadie estaba en la planta baja. Subió al piso de arriba con la esperanza de encotrarla. Se dirigió hasta la habitación de sus padres. Se frenó antes de ingresar, de seguro estaban durmiendo o tal vez no estaban. En cualquiera de los casos, si su padre se enteraba que entró a la habitación, le pegaría. Un poco asustada, toco una vez más, dos veces y nada. Optó por la opción de espiar por el abujero que estaba debajo de la cerradura, pero otra vez, nada. Arriesgándose, giro la manija y entró de una vez por todas.

Nunca olvidará esa imágen. Sus ojos son incapaces de olvidar el cadáver de su madre en la cama, cubierta de sangre, y a un lado, su padre sentando en el suelo con un cuchillo en la mano. Se quedo inmóvil. No podia quitar los ojos de su madre. Soltó una lágrima y asi muchas más. Su padre estaba paralizado, escondiendo su cabeza entre sus piernas y con el cuchillo manchando en su mando derecha. Levantó el rostro y miró a su hija, quien estaba devastada. Se puso de pie, la sangre subió rápidamente a su cabeza y se sintió mareado, caminó hasta su hija tambaleándose de un lado a otro. Antes de desmayarse, largó en largos quejidos que se tranquilizara, que todo estaba bien y que solo habia sido un accidente. Así fue como la pequeña huyó de su casa a los 16 años. Nunca fue a las olimpíadas.

Estuvo dos años fuera de su ciudad natal. Años, en los cuales, conoció la versión oscura de la sociedad. Pero sobre todo, logró dar con el plan perfecto para la venganza contra su padre. Ni siquiera era su padre, era un asesino, un monstruo que la atormentaba todas las noches en pesadillas.

Había escapado de su casa el mismo dia de la muerte de su madre, antes que su padre despertara. Recuerda que agarró un poco de ropa, agua, su móvil y dinero de la billetera de su padre. Huyó hacia el sur de su país, donde, conoció a Esperanza, una chica de su misma edad. Se hicieron tan cercanas en tan poco tiempo que parecían hermanas. Esperanza había huido de su hogar porque su hermano abusaba de ella y sus padres no le creían. No tuvo otra opción que vivir en la calle unos meses. Juntas, encontraron una casa refugió en la zona, y se prometieron estas juntas hasta que el destino las separe. Ambas coincidían en algo, en el pasado oscuro que las atormentaba. Esperanza era rubia de ojos celestes, y a pesar de lo ocurrido, era una persona llena de diversión, empatia y sinceridad, todo el tiempo decía la verdad. Prefería estar más tiempo en el refugió que salir a las calles y encontrarse con un tipo que la raptara y la violase igual que su hermano. En cambio, la chica de ya 19 años, además de ser morocha, le gustaba el aire libre y la libertad. Era feliz disgustando y molestando a la gente en las calles. Molestando, se refería a robarles. Todos los días tenía una aventura con la policía local, pero era tan rápida y sabia memorizar todos los atajos que jamas podian atraparla. Una amistad que representaba el Ying y el Yang. Incluso compartían un collar con esos simbolos. Ella el Ying y Esperanza el Yang.

Esperanza siempre le repetía que podian irse, viajar en traffic hacia el norte, en donde las condiciones de vida eran mucho mejores, podria tener un plato de comida todos los dias y no depender de la plata que se le robaba a gente que trabajaba día a día para conseguir dinero. Le parecia una total injusticia. Pero su amiga era feliz haciendo lo que hacia, y jamás le hacía caso a sus pedidos.

Una navidad, la festejaron en una discoteca subterránea. Habian encontrado las entradas tiradas en la calle. Y hasta el dia de hoy ella no sabe si fue el destino o la mala suerte.

Esperanza insistía en no ir, en que esas fiestas se llenaban de gente rara. Pero ella le decía una y otra vez que era pura imaginación suya. Nada malo iba a suceder si estaban juntas. Lo cierto es que ella habia actuado muy raro el último mes. En un principio, Esperanza fingia no darse cuenta, pero la enfrentó cuando ella volvía todos los días drogada y borracha al refugio, casi sin poder decir una palabra del estado en el que estaba. Discutieron, pero no llegaron a un acuerdo. Una noche, ella volvió a horas de la madrugada, toda lastimada y con un arma escondida en el pantalón. Esperanza estaba harta, lo menos que quería era correr el riesgo de estar presa y arruinar su vida cuando por fin estaba equilibrada. Lo hablaron, lo discutieron, sin embargo, ella se negaba a contarle la razón de todos esos acontecimientos. Esperanza ya estaba cansada, pero era tan considera que decidió darle una segunda oportunidad con esta fiesta navideña. Además, el hecho de quedarse sola, otra vez, la atormentaba. Pero si volvía a ocurrir algo similar, huirá lejos, muy lejos.

Ella hubiera deseado que jamás le hubiera dado una segunda oportunidad. Desde ese dia, odia las segundas oportunidades.

I TOOK YOU HEART -evan petersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora