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Transcurrieron tres días sin ver a Evan, tres días que pasaron como los demás.

Uno de esos días, por pura casualidad, pensó en él. Intentó recordar cómo era su apariencia e imaginarse su forma de ser.

Adentrándose en su mundo imaginario, artístico y rodeado de animación, agarró una hoja y un papel de su diminuto escritorio. Empezó a mover la punta del lapiz en el medio de la hoja, haciendo formas que ella misma entendía. Terminó de darle sus últimos detalles, y con toda la concentración del mundo, logró finalizar de dibujar los dos ojos, la parte que más le costaba, no solo por la forma y precisión, sino por el significado.

Ojos marrones oscuros.

"Los ojos de este color son característicos de los líderes natos, egocéntricos y que, constantemente, buscan la venganza"

Aquella definición le ponía los pelos de punta.

Conseguio terminar el dibujo, lo levantó del escritorio y lo ilustró para ella misma junto a los demás retratos. Justo en ese momento, entró Erika, una amiga íntima y cercana de ella. Se la veía sudaba y despeinada, de hecho, apenas cerró la puerta se deslizó por la misma hasta caer al suelo.

—¿De quién te has escapado esta vez?—se acercó la dueña de la habitación, ayudándola a levantarse de aquel suelo de cerámica fria.

—Hay leones.—Afirmó, levantándose—De los malditos leones, no paran de perseguirme, comienzo a creer que ya se artaron de mi y que ahora seré su próxima comida. —dijo victimizada.

—Al menos morirás siendo comida, es algo mas inusual que meterte dentro de un aburrido ataúd. —Insinuó levantando los hombros.

—¡Eso no ayuda!—Alzó la voz.

—Lo siento—Sonrió brevemente. Con confianza y tranquilidad, le sujetó las dos manos—Creo que los leones no quieren hacerte daño, mas bien, buscan tu atención. —Dijo—Leones "seres altamente juguetones, pero peligrosos y con..."

—No me vengas otra vez con tus definiciones—La interrumpió y sacudió el agarre de manos—Vine a hablarte de otra cosa.—Se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro.

—Dime.—Caminó hasta su cama y tomó asiento en esta, estaba cómoda allí y no tenia la intención de pararse.

—¿Supongo que escuchaste sobre el nuevo? —Preguntó quedándose quita frente a su amiga.

—Pues, si.—Cruzó las piernas y apoyo su codo en una de sus rodillas, mostrando curiosidad.

—Ya me conoces, siempre me gusta estar un paso mas adelante que todos y bla bla bla, pero este no va a poder ser el caso.

—¿A que te refieres?

—Lo busque en las redes sociales.—Confesó.

—¿A Evan?

—¡Si! —gritó, emocionada. Pero pronto esa emoción se borró.—No tiene una puta cuenta, ¡ni en Tinder! —Arrugó la frente y se cruzó de brazos.

—Entonces...¿Prefiere no tener redes? supongo. Además, nadie usa Tinder—Automáticamente, giró la vista hacia el dibujo que había hecho hace unos minutos atrás de Evan y se lo imaginó en Tinder. Sin pensarlo, largó una pequeña risa.

Erika pensó que ella era la causa de esa risa, así que opto por ignorarla.

—No lo se, yo solo se que no tiene redes. Sin embargo, encontré algo interesante sobre el.

—¿Seguimos hablando de la misma persona? —Quiso demostrar desinterés.—No hay nada que me interese menos que saber sobre la vida personal de los demás, y lo sabes. —Admitió.

—Encontré una foto en su niñez.—Confesó, ignorando lo que su amiga había dicho hace un momento.—La tengo aquí.—Erika saco un pedazo de papel de su bolsillo interno.

Tn se paro rápidamente de su cama, la cual había dicho que estaba realmente muy cómoda, y se colocó a un lado de su amiga, mirando la imagen con ella.

Era un pequeño Evan, con una sonrisa enorme y con su cabello mas rubio que nunca. Encima de él, había una niña, con un vestido salmón, con una melena tan brillante como el sol y una sonrisa igual de hermosa que ella. Parecían tan unidos, tan...tan familia.

Le dieron ganas de llorar a Tn. Sus ojos no respondían a lo que su mente le decía.

"Corre, huye, no sigas viendo".

"Daño, maldad, eres pura maldad".

Una gota recorrió su mejilla hasta caer en el suelo. Sin dar explicaciones, se dio la vuelta y salió de su habitacion, la cual se le hizo sofocante y abrumadora.

Corrió sin sentido alguno, ella solo queria correr. Llegó al patio trasero, vio a muchos pacientes más con un guardapolvo que les llegaba hasta los pies, ignorando a todos, tomó asiento en el banco mas lejano y tranquilo posible.

Tomó aire fresco y limpió las últimas lagrimas visibles. Se acomodó subiendo sus dos piernas al banco, chocando sus muslos con su pecho y  escondiendo la cabeza en el espacio que se hacia en el medio. Volvió a llorar, pero esta vez nadie la vio.

No comprendía nada y eso la hacia enojar y por supuesto, llorar. Solo quería entender porque actuaba así desde que el llegó.

Sintió una presencia atrás suyo, sabía que era Erika. No quería conversar con nadie, pero debía de darle alguna explicación, aunque sea una falsa. Levantó su cabeza y dejó caer sus piernas al suelo.

—Erika, tuve que salir debido...

No era Erika. Era Evan.

—¿Debido a un ataque de pánico?—Preguntó, preocupado.

—No lo se, no se lo que me pasa.— Pronto notó que iba a volver a caer en llanto.

—Para eso estoy aquí.

Sin aviso, Evan se acercó a ella, notando lo que se venia venir, y le regaló un abrazo, un abrazo que no solo Tn necesitaba, sino que él también.

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I TOOK YOU HEART -evan petersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora