—¿Puedo preguntarte algo?
—Desde luego.
—¿Te parezco bonito?
Iain giró a verlo desconcertado, para encontrarse con un rostro en el portugués que no indicaba que estaba haciendo una broma.
—Claro que me pareces bello, Gabriel — contestó el escocés luego de un segundo silencio, que comenzaba a ser algo incómodo — ... Haces preguntas muy raras.
—Sí, Francis me dijo lo mismo — comentó, mirando hacia el valle. Desde donde estaban podían verselas campiñas que rodeaban los pueblos a la distancia. El castillo podía abarcar casi toda la región en su periferia — . Que yo le parecía raro, sin lógica; a diferencia de España; y que por eso Inglaterra no me eligió.
—¿Él te dijo eso? — lo miró con el ceño fruncido, saliendo de la postura para ponerse derecho — ¿Con qué atrevimiento?
—Con el que tiene el Imperio más poderoso de Occidente, con ese — le contestó, mirándolo con cinismo — . Sabes que dicen y hacen a su antojo.
—Pues es un advenedizo y un mentiroso — la voz de Escocia fue más grave — . No hay nada raro ni malo en tí, esposo. Lo que pasa es que es un simplista que no sabe apreciar a otros seres por fuera de sí mismo.
—... o simplemente me odia porque tú me elegiste a mí, en cambio — volteó Portugal, estirando sus manos sobre la tela de tartán que cruzaba el pecho ajeno, peinándola distraídamente entre los dedos.
—Eso es más probable — sonrió apenas, buscándole la mirada — . No le des importancia; no sabría qué hacer con alguien como tú. Lo eclipsarías enseguida.
—¿Tú crees?
Escocia lo miró con ternura.
—Gabriel, cuando te conocí acababas de venir de una guerra, ¿recuerdas? — el otro asintió — . Estabas roto por todos lados, apenas podías hablar y te trajeron a la rastra para armar la alianza, mientras rogabas que te dejaran dormir — le acomodó el cabello largo con cuidado sobre el hombro — ; y aún y como estabas, lograste mirarme una sola vez, un sólo parpadeo y pasé semanas enteras pensándote, porque no pude sacarte de mi cabeza. Que pudieras hacer eso en esas condiciones me fascinó.
—¿Piensas como Kirkland que genero conjuros gitanos para seducir a todo el mundo?
Iain le regaló una sonrisa más amplia, acariciando las mejillas morenas.
—No, pero tuviste la capacidad de embelesarme sin hacer nada más que mirar. Me sentía hechizado y enamorado — se acercó un poco más — . Y quise eso, entre la magia y tu belleza; que fueras mío.
—Soy tuyo. — Gabriel abrazó la cintura ajena con lentitud.
—Por eso no escuches a los necios, esposo, ni aceptes que puedes entrar en el gusto de otros más básicos. No. Tu eres mucho más, y te amo por eso.
—Y yo te amo por todo, marido — estiró la mano y acarició la mandíbula — . Sólo tú me viste de verdad.
El beso que compartieron fue breve pero, a la vez, complejo.
Como ellos.
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El Jardín de Eros - Drabbles
Cerita PendekInstantes sobre diferentes parejas en los que prima un fuerte lazo de amor. Con posibilidad de actualizarse ad infinitum; dejaré esto como un catálogo para organizar ideas autoconclusivas y starters de proyectos más grandes que se me vayan ocurrien...