Octavo

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 Taemin era un Alfa de la edad de Jimin, estudiaron juntos en la Universidad y eran muy unidos, supuestamente amigos, pero Jimin era frío, calculador, y odiaba que el Omega sea tan fuerte.

Su Alfa no lo asimilaba cómo destinado, pero el hombre interior solo quería el poder y el dinero de Jimin, la idea de alterar el avión era solo para darle un susto, no pensó que las cosas se saldrían de control, y que además Jimin termine siendo casi un héroe para todos.

Era un desgraciado, y este último mes se había comportado aún peor, estaba realmente insoportable, los rumores decían que había conocido a su destinado, y este no lo había elegido, una parte de él se divertía con eso, el gran Park Jimin, el Omega que todos quieren había sido rechazado, quería conocer a aquel que se había atrevido a tanto.

Pero tenía un nuevo plan, la idea era salvarlo y ganar su confianza de a poco, porque ganarse la confianza de Jimin era sin duda un trabajo diario. Al menos había conseguido que confiara un poco dejándolo a cargo de la junta del día siguiente.

El padre de Taemin, era un alfa severo y a toda costa quería emparejar a su hijo con Jimin, cómo lo querían todos, Jimin era físicamente hermoso y muy inteligente, un genio en los negocios. Ellos pensaban que habría entre todos alguien que pudiera dominarlo, pero no, aún no había nacido aquel que pudiera hacerlo.

Tenía un plan, y lo llevaría a cabo el día del evento de su hermano, tenía a todo su equipo esperando las instrucciones.

Se durmió riendo, mañana sería muy placentero ver a Jimin.

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Jimin estaba recostado en su cama solo en ropa interior con las manos y piernas abiertas, era una noche calurosa y sentía que su celo llegaría, su Omega no se presentaba así que compró supresores, la última luna llena había sido demasiado terrible, y se acercaba la nueva luna.

Cerró los ojos, mañana sería un día difícil porque estarían todos esos Alfas con sus olores a flor de piel, con las voces que solían aparecer y para él pese a la experiencia, terminaba siempre con dolor de cabeza.

Siempre la voz de mando quería meterse en sus entrañas y hacerlo doblegar, pero tal como su padre le enseñó, podía bloquear la sensación concentrándose en su Omega, Su padre siempre les dijo que todos los Omegas podían hacerlo, ya que la voz de mando era su parte animal, su parte lobo, la parte humana no caía ante eso, y por eso Jimin y Jin tenían esa capacidad, suprimen su naturaleza, pero eso los llevaba a terminar con un dolor de cabeza insoportable.

No podía dormir, se levantó al baño y miro su rostro en el espejo, estaba cansado, y preocupado, lo que él demostraba al mundo no era lo que en realidad a veces pensaba, estaba preocupado de quién había querido matarlo o herirlo.

La sensación caminó por otras vías y mientras miraba su reflejo en el espejo inspiró para suspirar y un olor a chocolate menta y madera recién cortada paso sutil por su nariz haciendo que sus pupilas se dilaten y su corazón se acelere.

_ ¿porque sentía esto? ¿Porque recordaba de la nada ese aroma que lo volvía loco?

_ Te recuerdo a dónde perteneces. _ Le dice su lobo.

_ no quiero escucharte.

_ Lo extraño, le dice su lobo.

Lágrimas cayeron por sus mejillas y el dolor que quemaba el pecho se apoderó de su corazón. Otra vez la pena. Su Omega interior era malo, muy malo, él no quería sentir eso. No quería nada. Solo quería olvidarse que alguna vez perteneció por completo a alguien.

Decidió ducharse ¿¡que el frío le removiera la cabeza y se olvidará de aquel que le rompió el corazón, acaso su Omega no recordaba que él lo había despreciado!? ¿¡Tan poco se amaba su lobo que no recordaba cómo lo trato , y las palabras que le dijo Jungkook!?

Tercer AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora