Por y Para Ti

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La selección mexicana estaba a tan solo minutos de jugarse el partido de sus vidas contra Argentina y tanto para Ochoa como para sus compañeros, los nervios corrían por su torrente sanguíneo.

Aunque los nervios del arquero no tenían como procedente el enfrentamiento en sí contra el seleccionado argentino -o bueno, no tanto- si no que nacían del enfrentamiento con su amado omega, el amor de su vida, Lionel Messi.

Jamás en su vida pensó que tendrían un encuentro como ese, mucho menos en una competencia de tan alto calibre como lo es la del Mundial.

-Memo wey, ¿estás bien?- Era Araujo quien lo sacó de un trance. Tal parece Ochoa se había quedado viendo la suela de un botín por un largo tiempo.

-Si wey, no te preocupes. Estoy perfecto- respondió con una falsa sonrisa pero que raramente logró reconfortar a su compañero.

-Si es así. Ve con todo, tigre.

No obstante, nada estaba bien. Puesto que al segundo de que Araujo se marchara luego de darle unas palmaditas en el hombro: guillermo recordó las palabras que le había dicho su pareja el día anterior en los baños de los de la gente de servicio de limpieza, encontrarse en la habitación de Messi era peligroso, puesto que nadie estaba enterado de su relación -a excepción de unos amigos de Messi- y sería extraño si los vieran juntos.

"Guille, no quiero que hagas ninguna boludez mañana ¿Me escuchaste? Porque vamos a ser rivales y más te vale que te pongas las pilas. Que pase lo que tenga que pasar ¿Entendido?"

Seguidamente de eso, Messi se acercó lo suficiente al hombre haciendo un poco de puntitas como para tomarlo del rostro y darle un tierno beso en los labios. Ochoa automáticamente correspondió, cerrando sus brazos en la cintura del menor.

Luego de eso ambos se tuvieron que separar porque su cuerpo técnico les demandaba que asistieran para teorizar sobre jugadas del contrincante y demás.

Y con ese último beso en mente, llegó la hora de formar para salir a la cancha.

La ceremonia de entrada transcurrió normalmente, hasta que debieron estrecharse las manos antes de jugar y cuando le tocó a Memo hacerlo con Lio, este evitó completamente el contacto visual. Tenía una expresión sería, casi enojada, y eso entristeció al pobre alfa. Aunque sabía que no era su culpa, le era imposible no sentirse así.

Terminó el primer tiempo, tan tenso y de un aura agresiva, pero Ochoa seguía distraído con sus pensamientos.

Tomaron un descanso, en el cual el cerebro del mexicano no aceptó. Sus compañeros estaban eufóricos, deseos de volver a la cancha y seguir jugando, en cambio él, ya no deseaba estar allí. Se sentía agotado. Talvés era la edad. Pero ver a su Omega tan estresado cuando le prohibian un pase, cuando lo cerraban o cuando lo tiraban, lo estaba volviendo loco.

Cuando les tocó volver a la cancha e hicieron los cambios en argentina, fue algo más que maravilloso ver cómo sus compañeros cometían errores y les permitía senda libre a su sagrado arco.

Su Omega se hizo con la pelota, fue tan veloz que no logró verlo y tardó en reaccionar, por lo cual la pelota ingresó sin pedir permiso.

Gol.

Se levantó del sueño y vio dos cosas: a sus compañeros ofuscados y la sonrisa que tanto amaba ver, que haría lo que fuera por provocarla, gritar con orgullo.

Inevitablemente sonrió.

El juego siguió, y aunque esta vez era otro omega, incomparable con la belleza de su preciado Lio, fue tan hábil como para hacer otro gol.

Y allí estaba otra vez, la hermosa sonrisa de Messi. Ochoa estaba tan enternecido.

El partido terminó y él, pecador, estaba feliz del resultado.

🍀

-Dejame hacerte una pregunta.

-Ya te dije que no, amor. No fue adrede-repitió por quién sabe cuántas veces Ochoa-. Me dijiste que no fuera un pelotudo, fue un error de nosotros y mío. Debes estar feliz.

-Si que estoy feliz, pero igual viste, si vos te sentís mal yo también.

-Ya, que la neta sí me pondré triste si no cambias esa cara larga. Ven aquí-. Extendió sus brazos para abrazar al más bajo, quien acató la orden y hundió su rostro en el cuello del arquero, olfateando la glándula de feromonas, las que eran capaces de calmarlo.

El arquero no mentía. Fue un error suyo y de su equipo. Sin embargo, si Lionel le hubiera dicho que les diera ventaja, sin dudar lo habría hecho. Porque, aunque no quisiera aceptarlo, haría lo que fuera por el amor de Lionel, aunque significara traicionar a su selección y a todo un país.

Pero, por esta vez, no fue así.

Guillermo empezó dando besos tiernamente en la cabeza de Lionel, bajando hasta su mejilla, hasta seguír por su barbilla y continuar hasta el cuello, comenzando a mordisquear y lamer un poco.

-Eu, no hagás eso... tarado- insultó en un susurro, más el alfa fingió demencia y siguió haciéndolo, hasta que comenzó a caminar para atrás y chocar con la cama -puesto que ahora sí se hallaban en la habitación del menor- y dejarlo bajo de el.

-¿Ahora si estás caliente flaco? Me dijiste que no estabas enojado.

-Nunca te dije eso-. y antes de que Andrés puediera decir algo, Fran lo besó, acallando cualquier objeción que pudiera salir de tan dulces labios.

-Ahora... Me débes dos goles, ¿qué piensas hacer al respecto, tú, pinche enano?

Messi rió. Con un mano atrajo a Ochoa para poder besarlo y con la otra empujó sus caderas contra sí, ya con las piernas a abiertas pero aún con ropa.

-¿Te parece si cambiamos de lugar entonces?-el hombre, confundido, hizo un sonido indagatorio. "¿Mmh?"

-Ahora vos sos el goleador y yo te recibo-. rodeó la cadera de Guillermo con sus dos piernas, provocando el roce de sus partes íntimas ya despiertas.

Ochoa sonrió y dijo:

-Eres un pendejo... -lo besó- pero yo lo soy más porque te amo tanto. Tanto así que haría lo que fuera por y para tí.








Fin

Si es por tu amor •• Messi x OchoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora