Ácido

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¿Qué les pareció el Garret joven? Un romántico ¿no? Regresemos con el Garret decadente e inmoral del presente que tanto gusta. 


Victoria Bukavac se interpuso entre la  doppelgänger y yo como una loba protegiendo a su cría

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Victoria Bukavac se interpuso entre la doppelgänger y yo como una loba protegiendo a su cría. Bastiam ya estaba junto a la aparición susurrándole un encantamiento que le adormeció los sentidos. Las pestañas de la mujer descendieron con lentitud y Victoria tuvo de sostenerla.

–¿Cuánto tiempo tienes de conocer a tu amiga? –cuestioné a la princesa.

–Lily y yo nos conocimos hace un año –respondió alzando el mentón–, quizá no sea mucho, pero no es una amenaza. Tiene un hermano en coma y lo visita casi todos los días. Es una buena persona.

–¿Cómo sabes que no aspira a ser porfiria?

–Garret –dijo Bastiam–. Lily es ignorante de nuestro mundo. No busca volverse la versión demoniaca de Hester.

Bastiam ignoraba con quién tenía un extremo parecido esta «Lily» en realidad y que Hester, su nana, fue también una doppelgänger de ella. Todos me creían un daimón perturbado y lo estoy. ¿Quién no lo estaría, ante aberraciones así? Y lo que el chico decía era correcto: la mujer no era demoniaca. Ya se hubiera hecho ceniza de serlo. No era peligrosa de esa forma, pero siempre que aparecía una doble, mi sombra se tornaba indomable. Iba a complicarme la vida.

Victoria recostó a su amiga en el sillón de tres plazas. El efecto hipnótico de Bastiam fue sutil y la doppelgänger comenzó a recuperarse pronto. Yo comencé a sentirme como un demente afectado porque su mirada primero se posó en mí. Estaba cautivada, como sucedía con todas. Lo que no sucedió antes fue que yo correspondiera al embeleso. Me sentía sumamente atraído hacia la visión de esa lengua humedeciéndose la boca seca. El corazón me bombeó tan rápido las venas que los otros dos daimones presentes se tensaron más. Un acelere tan elevado en el ritmo cardiaco de un daimón significaba que pronto atacaría o que estaba excitado. La chica se enderezó y Victoria le dijo que el chofer la llevaría a su trabajo. Cuando menos el momento pasaría pronto. Ella no paraba de mirarme ni yo a ella.

–¿Tú? –dijo en un tono de desagrado.

Sí, yo, el acosador de la mañana. Bastiam y Victoria Bukavac intercambiaron miradas de pánico.

–Garret Leizara –me presenté y le extendí la mano que ella tomó hesitante. La estreché por más tiempo del cordial. No pude evitarlo.

–Lily Clark –respondió. Así que era Lily «Clark». Entrecerré la mirada. Con ese acento extranjero el nombre sonaba falso. Lily sostuvo mi mano de la misma forma y con la misma fuerza que lo hiciera Sofía alguna vez, mirándome directamente a los ojos. Tantas pulsaciones me dejaron un sentir añejo en la superficie de la palma. El corazón me latía en los oídos. De no ser por los lentes de contacto café, que usaba para cubrir el púrpura de mis iris, Lily notaría su cambio al color de la sangre y si miraba más abajo, notaría a dánde más se me había acumulado la circulación. Le oprimí los dedos y la jalé ligeramente hacia adelante, dejándola sobresaltada. No pude contenerme.

Hereje (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora