21 Herida recurrente

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Ella temblaba

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Ella temblaba. La jalé de la mano por los pasillos y no la solté en todo el trayecto del elevador. No quería asustarla más de lo que ya estaba, pero no podía evitar escrutarla con la mirada. Era tan fabuloso el parecido. El perfil, la altura, la expresión de temor...

Opuesto a mi insistente escrutinio, ella evitaba verme. Fijó la mirada en la unión de las puertas de la cabina del ascensor y deseé poseer el don telepático de los nobiliums atlantes para leerle el pensamiento. Era para que estuviera maldiciéndome o ya se había dado cuenta de lo que soy. La doble emanaba una intensa tristeza que aproveché para atraerla hacia mí.

Era posible que este fuera mi último día como Garret Leizara. Las dos veces que enfrenté a la Meretriz fueron un fiasco. Iván Bukavac siempre impidió que yo terminara con ella. La Sombra tuvo razón al decir que todo era una trampa. Apestaba a ello. Esta era la oportunidad que el concejo había estado esperando para eliminarme. De cualquier forma había poco por lo que quisiera quedarme, después de todo Bastiam ya era un adulto, y no me necesitaba. El alma de Sofía estaba muerta y la mano que ahora sostenía no era la de ella. El perfil que observaba no era el de ella y los pensamientos que tanto anhelaba conocer no eran los de Lily en realidad.

Como cualquier hijo, Bastiam demandaba todo de mí, que me volviera un paladín. Lo mejor sería beber de La Copa como me propuso; eso terminaría con sus falsas expectativas.

Maldita la hora en la que me encariñé con el chico. Ese muchacho (con sus altos ideales) tuvo capacidad de manipularme desde la cuna.

Encontré una habitación vacía y me encerré con la doble.

–Te prepararé algo –le ofrecí, dejándola que se pusiera cómoda.

Me senté en un sillón frente a la cama y abrí el minibar de donde extraje una botella de licor; vodka y una caja de jugo de naranja. Preparé una bebida simple a la bartender y se la ofrecí. Se veía que necesitaba un buen trago.

Lily permaneció de pie en medio de la estancia, entre la cama y el sillón, donde estaba yo. Tomó el vaso y me arrebató la botella de vodka para vaciar el doble de lo que dispuse para ella en él, luego lo bebió de golpe.

–Tú tampoco me dirás nada ¿verdad, Garret?

Su mirada despidió fuego. Tal vez molesta no me aburriría tanto su compañía.

–¿Qué quieres saber?

–Todo.

–«Todo», es una larga historia y no tienes el tiempo para escucharla.

–¿Sabes cómo se lastimó Bastiam?

–No lo comprenderías.

–¿Cómo fue? –insistió ella. Su tono de voz tomó un tinte metálico y amenazador. Era probable que tuviera un interés por el chico y fuera con él con quien deseaba estar en realidad.

Hereje (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora