20 Nos arruinaste, Nahual

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La Sombra (dos días después)

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La Sombra (dos días después)

–Separa más las piernas –susurró Bastiam al oído de Victoria. Las voces y el sonido en general eran un doloroso estruendo.

–¿Así?

–Oigan esto no es correcto –señaló Sofía, la doble, la impostora, la sosias malvada según Garret–. No deberías estar haciendo esfuerzos físicos, Bastiam. Ya déjame revisarte la mano.

Me sentía nauseabundo. Garret y ese brujo... ¡Qué razón le di para dudar de mí! No debió aislarme, no debió beber esa sangre, ¡no debió! Si Garret supiera quién es ese anciano en realidad...

–¿Te parece que me esfuerzo? –habló el retoño del demonio–. Victoria apenas sabe moverse.

–Oye, sí. Aún tullido le estás poniendo una tunda.

–¡Oigan! Lo hago lo mejor que puedo.

–No, no. Yo ya no puedo ver y no hacer. Te traeré algo y no digas que no te duele, Bastiam, porque se nota que sí.

–Ya estamos por terminar –respondió Bastiam. Me sangrarían los tímpanos si tuviera. Era tan tedioso estar aquí, pisado por todos, manteniéndome inmóvil para que no sospecharan de mi presencia. La sangre del brujo me hacía sentir como mancha en vez de sombra. Estúpido Garret que no entendía nuestra conexión.

–¿Aún no has sabido nada? –preguntó Victoria, una vez que la «doble» se retiró.

–Ya no pienses en ello, concéntrate y guarda tu equilibrio. Estás tensa.

Esto era un castigo para metepatas. Espiar al muchacho no solo era tedioso, habían cosas que prefería no presenciar como sus intentos de seducir a alguien. Necesitaba una instrucción.

–No puedo no pensar en ello. Garret no ha vuelto desde anoche y ya son casi las siete de la mañana. Tú crees que mi padre lo invitó a desayunar. –Victoria giro el rostro hacia Bastiam que se sonrojó ligeramente y no pudo evitar mirarle los labios–. Hey, tu pulso se aceleró, no irás a morderme ¿verdad?

No, lo que quiere es cogerte, pero el tonto no se anima a tomarte. Espera a que lo ofrezcas, niña.

–Lo siento.

Bastiam la soltó dando un paso hacia atrás. Victoria Bukavac interpretó su comportamiento como una necesidad de sangre por la lesión en la mano. Quizás el chico era más de abolengo de lo que todos creían ya que la sangre de los donadores le sirvió de poco. Debía ser como yo. Necesitaba la sangre de un criminal, de un asesino o de un pederasta. Qué delicia era devorar esa clase de bocados, mas Bastiam no saldría de cacería por no abandonar a Victoria. Era tan predecible el mocoso, tan caballe- ¡aj! Su dulzura me asquea.

–Está bien –dijo ella–, aún no llegan los nuevos donadores, pero ¿quieres comer algo? Lily está preocupada por ti, ¿sabes? Me siento mal por no poder explicarle nada aún.

Hereje (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora