5. ¡No me ignores!

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Cuando estuvo en su habitación no hizo más que dar vueltas de una esquina a otra esperando que dieran las dos. Se mordió las uñas, sudo, y quiso quitarse la ansiedad entreteniéndose con cualquier cosa; la emoción simplemente no se iba.

El corazón se le detuvo cuando lo vio llegar. No se dijeron nada, pero la mente del chico estaba a mil, ¿qué tenía que hacer ahora? ¿Darle las gracias por la señal? ¿Seguir normal como sí nada? Era imposible cuando su cuerpo parecía moverse por su propia cuenta.

Se acercó con los brazos abiertos con la intención de abrazarlo y decirle «¡Gracias por no dejarme como un loco!» Pero tan pronto como dio un paso hacía adelante, se apareció un gato blanco por detrás suya y se puso enfrente para soltar un bufido hacía Bruno con la intención de atacarlo, éste retrocedió y se asustó.

Camilo actuó inmediatamente por instinto para defenderlo.

Ni siquiera pudo procesar bien en su cabeza lo que hizo hasta que sintió un extraño hormigueo en sus manos, comenzó a sudar frío y tuvo que ser llevado a la cama por Bruno porque su cuerpo ahora sí se quedó quieto.

—No me gustan los gatos—Dijo su tío mientras lo sentaba en la orilla del colchón sujetándole las manos temblorosas y ensangrentadas.

Él ni siquiera miró el suelo para visualizar su crimen—Aunque quisiera, no podía por la oscuridad de la habitación—. Sólo estaba viendo a Bruno.

—...¿Por las ratas?—Preguntó con un hilo de voz.

—Los gatos odian a las ratas—Contestó Bruno—. Y las matan. Así es.

—Tú mataste una...—Refutó—¿Hiciste eso por mí?

—Sí—Respondió, y le tomó del mentón para obligarlo a mirar al animal en el suelo. —, ¿tú hiciste eso por mí?

Camilo asintió lentamente.

—Toñito va a estar muy triste, ¿Cómo se lo vas a explicar?

Definitivamente su hermanito se refería a esto cuando decía que lo iba a proteger. Él había mandado a este animal para que lo vigilara, pero fue en vano. Está muerto y es su culpa.

—...Tienen accidentes—Quiso excusarse con la misma tonta frase que dijo Mirabel por la mañana.

—Camilo, ¡le partiste el cuello!—Bruno se carcajeó cuando lo escuchó.

Y su sobrino le siguió.

No fue divertido en absoluto. Pero, para él, haberlo hecho feliz lo alegraba por igual. De haber sido otra situación, el haber asesinado al animal lo habría derrumbado y se sentiría culpable hasta el último día de su vida. Esto no se sintió así en absoluto; en su defensa, sólo había protegido a Bruno.

Eso es lo que hace uno cuando se enamora.

—¿Crees que se lo digan?—Cuestionó Camilo hacía su tío. Definitivamente lidiar con animales sería su nuevo reto ahora que su hermano podía hablar con ellos.

—Es seguro que sí—Contestó—. Y de ser así, no pienso venir a verte más.

Aquellas palabras se sintieron como un balde de agua fría y le arrebataron la sonrisa al chico.

—¿Qué?—Preguntó con nerviosismo—, ¿Por qué no?

—Saben demasiado y podrían arruinarlo todo.

—¿Y qué?—Camilo comenzó a ponerse ansioso y titubear. Ni siquiera lo que hizo hace unos minutos atrás lo puso así—. ¡No son problema! ¿Por qué habrían de creerles?

—¿No crees que eventualmente la familia va a hacer algo por la insistencia de tu hermano?

—Bueno...—El chico se desesperó por buscar cualquier solución en su cabeza, la que fuese.

IN MY ROOM; «Brumilo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora