Sintió como lo soltó y se alejó de él dándole la espalda. Lo que ha tratado de hacer todo este tiempo es evitar que sepan de su presencia, y cada vez parece más difícil lograrlo. Camilo está seguro que está vez sí se va ir, y ahora está temblando pero por miedo.
Trató de alcanzarlo, y cuando tan sólo lo tomó por la ruana, éste lo evadió y empujó hacía él la visión que todavía tenía consigo en las manos. No alcanzó a tomarla, y ésta cayó al suelo, provocando que volviera a partirse en pedazos.
—Tú lo trajiste aquí.
—Yo no sabía—Exclamó el adolescente en un lloriqueó—. ¡No quería que esto pasara!
Comenzó a tener un ataque de nervios, por lo que no razonó mucho cuando se agachó a tomar los cristales del suelo buscando reunirlos otra vez. Se cortó en más de una ocasión, pero no parecía darse cuenta del daño que se estaba haciendo.
—Ya detente—Regaño Bruno mientras se ponía en una rodilla para estar a su altura y tomarlo de las manos.
Camilo se rompió en un llanto que quizás no había tenido en mucho tiempo. La respiración se le cortaba y comenzó a balbucear cosas que apenas y se le entendían. Con mucho esfuerzo logró pronunciar:
—No me dejes con ellos.
El adulto lo miró con lástima.
—Tengo qué—Respondió.
El contrario movió la cabeza en negación de que esto realmente estuviese pasando. Era sólo un niño, pero era seguro que para este momento, ya iba de vuelta al pueblo para contarle a todos lo que vio. Y de no ser así, iría con su familia y el escándalo sería mucho peor teniendo en cuenta que se sumaba Toñito a la lista de gente que estaba hablando del regreso de Bruno.
Tal vez ahora sí lo buscarían y los separarían definitivamente.
Bruno se levantó otra vez, fue por agua —que el mismo Camilo trajo para que sobreviviera por su cuenta—, un trapo limpio, y luego volvió a él.
—Ven—Por segunda ocasión había tomado sus manos llenas de sangre que esta vez sí era suya, y lo ayudó a levantarse del suelo.
Apenas y podía quedarse de pie mientras el adulto le quitaba los cristales incrustados en su piel que habían desbordado una cantidad considerable de sangre. Se fijó que al chico no le doliese, pero honestamente no sabía sí su llanto era por eso o por su problemita de dependencia emocional hacía él.
—Lo siento, Camilo. Ya no puedo volver, saben nuestro secreto—Dijo soltando un suspiro de decepción.
Camilo sollozó en respuesta cuando se lo volvió a dejar claro. Sus lágrimas nublaron su vista cuando Bruno volvió a acercarse a él para que lo mirara a los ojos.
—A menos que puedas hacer que se lo guarden.
El chico agachó la cabeza para seguir llorando mientras su tío seguía limpiando sus manos. ¿Qué podía hacer él para detener la tormenta que estaba seguro que se aproximaba? ¿Cómo iba a convencer a ese niño y a su familia que se callaran?
Y entonces, tomándose el tiempo de procesar sus palabras, tuvo una idea.
Su respiración fue calmándose luego de unos minutos y dejó de lagrimear de a poco en poco hasta parar. Cuando Bruno volvió a mirarlo tenía los ojos rojos y su pecho subía y bajaba con lentitud. Estaba más tranquilo, y ya no se veía tan preocupado.
Volvieron a cruzar miradas, y parecía que tenía un plan.
—Puedo arreglar esto—Dijo con voz ronca.
—¿De verdad?—Contestó, mientras hacía como que buscaba el lugar más limpió del paño que ahora estaba teñido de rojo. Su boca se torció hacía abajo y negó. —No creo que haya nada que puedas hacer para hacerte cargo de esto.
Claro que sí podía hacerlo. Así como siempre se ha hecho cargo de su mantener su don, de criar a su hermano por su cuenta o de pretender que es aquel chico que todos aman.
—Sí puedo—Refutó mientras interrumpía lo que hacía el otro para entrelazar sus manos e insistir que le hiciera caso sólo a él.
A Bruno le gusta mucho esta parte suya; esa que siempre le obedece y es casi igual a él.
En vez de preguntarle cuáles eran sus planes, simplemente le sonríe como sí ya supiese lo que le está pasando por la cabeza. Camilo también le devolvió el gesto al creer que eso era una aprobación.
—Sí puedes—Le confirma—. No dudo eso.
—Podemos irnos ¿verdad?—preguntó el chico, con un brillo de esperanza en los ojos de escuchar un sí.
Bruno había desaparecido por años y sobrevivió sin necesidad de la ayuda de absolutamente nadie. Así qué, fácilmente podrían desaparecer juntos después de esto, ¿A qué no? Ser sólo ellos y olvidarse de que portan el apellido Madrigal y desafortunadamente son parte del Encanto.
—Sí, Camilo—Responde y puede ver el alivio en los ojos del menor—. Te lo prometo.
Este tipo de promesas son las que simplemente no pueden hacer que se niegue a él; aún sí se trata de cometer un atentado que, en alguna ocasión hablando de los potenciales de su don, Bruno le dio instrucciones muy especificas de como nunca lo atraparían por sí un día se atrevía a cometer cualquier tipo de crimen.
No creyó que el día llegaría hoy; la emoción es tanta que sólo puede pensar en los resultados de sus acciones; lo feliz que va a ser cuando se vaya de aquí.
—Muy bien... Voy a regresar pronto.
Le hizo exactamente la misma promesa a su madre, y tal y como pasó en Casita, estuvo a punto de salir completamente decidido. Pero fue detenido porque Bruno no soltó el agarre que los unía, en cambio, lo atrajo hacía él y beso sus manos cómo sí las estuviese bendiciendo.
—Haz lo que tengas que hacer—Sonrió y por fin lo soltó. Luego le señaló muy directamente al rostro como dándole una orden de que quiere un trabajo bien hecho —. No me decepciones.
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IN MY ROOM; «Brumilo»
FanfictionCamilo se ha estado viendo con su tío Bruno en su habitación.