9. ¿Dónde está?

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Ni siquiera supo cómo fue que llegó, se sintió como en automático hasta que vio la entrada y aceleró el paso, reteniendo lágrimas. Cuando entró, ni siquiera pudo gritar para llamarlo. Se quedó totalmente mudo.

Revisó cada habitación, pero no había nadie.

Terminó recargándose en una esquina de la habitación principal para esperarlo ahí sentado en el suelo. Así como vio al sol asomarse para dar la llegada de un nuevo día, también lo vio esconderse poco a poco para marcar su fin. Se quedó un día entero ahí, esperando. Ni siquiera se dio cuenta porque estaba completamente desorientado y el tiempo le fue insignificante. En vez de preguntarse sí alguien ya sabe lo de la familia, sólo puede preguntarse: ¿Dónde está él? ¿Por qué no ha regresado?

Tiene mucho miedo de creer que quizás sí se volvió loco. ¿Pero cómo va ser eso posible? Sí el mismo Toñito está convencido que las ratas le han dicho que lo vieron, incluso mató a una como una prueba hacía él de que no estaba muerto como su abuela Alma le había dicho.

¿Era un fantasma? Quiere creer cualquier cosa con tal de no pensar que todo estuvo en su cabeza.

Ve que pronto lloverá. Las nubes han estado así desde el día anterior, y se han vuelto más intensas por la noche. Quizás su madre a este punto va a matar al pueblo entero de una catástrofe climática sí él sigue sin aparecer en Casita.

Tiene que volver, es el único lugar que le queda. No sabe cómo, pero cree que puede arreglar las cosas de alguna forma.

Cuando se levanta, tiene que apoyarse de la pared por la falta de actividad en sus piernas. Quedarse todo un día sin comida ni agua tampoco ayudó a que no se sintiera apunto de colapsar.

Consiguió salir de ahí sin ser visto y regresó a su verdadero hogar a paso lento y en plena llovizna. La sangre ajena no abandonó su cuerpo tan fácilmente y tal parece que ni se ha dado cuenta que está empapado de ella.

Tan pronto como estuvo cerca, la casa abrió sus puertas a él y le ayudó a escabullirse sin hacer tanto ruido. Todo el mundo estaba en su propio cuarto, y eran incapaces de tener un buen sueño por la preocupación de saber dónde estaba. No se imaginaban que Camilo había regresado por su cuenta y en vez de avisar e inventarse una buena historia victimizante, se fue a encerrar a su propia habitación.

Una vez ahí dentro, se sintió en un entorno familiar del que ya no era parte. Ni siquiera pudo llegar a su propia cama para acostarse. Sólo se tumbó en el suelo y ahí se quedó teniendo una crisis de nervios que tuvo que callar cubriéndose la boca con fuerza porque tenía que tener cuidado con Dolores.

Estaba tan agotado, que aunque no se merecía volver a dormir en paz por el resto de su vida, logró hacerlo.

Ni poco tiempo después, se volvió a despertar por un alboroto que fue volviéndose cada vez más ruidoso afuera. Ya no tenía a su hermana para que lo sacara del cuarto por el chisme, pues para ellos todavía seguía perdido.

Sin embargo, su curiosidad fue grande al escuchar gritos cada vez más amenazantes. Se levantó y antes de realmente salir, se asomo con la puerta entreabierta sólo para encontrarse que todo el pueblo entraba a Casita como una turba enardecida.

Y él sabe porqué. El hombre que la lidera sólo confirma su miedo al dar un paso adelante para afrontar a la matriarca de la familia que está dando la cara por su familia.

—Yo vi a Camilo entrar a esa Casa—Grita para todos los que le siguen y a quienes enfrentan—. Y vi salir a Bruno. No es posible.

Está sorprendido del tiempo que tardaron en encontrarlos, pero más sorprendido queda al ver que detrás de aquel hombre, hay una mujer con un niño en brazos.

Camilo siente mucho alivio al ver quién ese ese niño; Es Hugo. Sobrevivió y no sabe sí es porque se hizo el muerto para despistarlo, o sólo lo desmayo. Cualquiera de las dos no quita el hecho de que le arrebató a sus padres y el daño sigue ahí. Tampoco le quita culpa, pero está alegre de que siga vivo. Obviamente traumatizado, pero vivo al fin de cuentas.

No está pensando ni siquiera en el hecho de que el pueblo está aquí, y seguramente lo vayan a matar por lo que hizo.

—Camilo no es perfecto—Alma no pierde la oportunidad para dejarlo claro frente a todos—. ¡Pero él nunca haría algo así!

—Alma Madrigal, tú nieto no estaba entre los muertos—Habló el hombre otra vez y se rió irónicamente—. ¿Nos estás diciendo que tu hijo volvió para hacer lo que hizo? ¿Nos mentiste sobre su muerte?

La mujer se calló un buen rato para justificarse y no hablar sobre Bruno. Sí la gente se molestara en voltear su mirada hacía arriba, entonces dejarían de hacer preguntas y verían que Camilo todavía estaba completamente ensangrentado y era el único y verdadero responsable.

La gente ya no va volver a respetar a los Madrigal nunca más. Y ya nadie quiere a Camilo, ¿así se sentía Bruno todos los días de su vida antes de decidir desvanecerse? A final de cuentas, si todas las cosas que se han dicho de él son ciertas, tendrá que buscarlo en el infierno, porque es igual que él.

Delatándose a sí mismo es la única forma en que podría arreglar las cosas.

Dio un paso adelante decidido a declararlo ante todo el mundo, pero en cuanto se movió, se percató que a su lado, detrás de una maceta, su hermano Toñito se ocultaba y estaba llorando.

Él fue quien encontró a su amigo deambulando fuera de su casa luego de que éste perdiera el miedo de atravesar la puerta de su habitación por dónde estaban sus padres sin vida. Iba con la intención de jugar, y en cambio regresó angustiado cuando la casi víctima de su hermano comenzó a gritar todo lo que había pasado y atrajo a muchas personas.

Pepa lo mandó a la habitación para protegerlo, pero tuvo la mala suerte de encontrarse a Camilo en el pasillo.

No había forma de inventarle una excusa para hacerle creer que todo esto no era más que un malentendido, y que su modelo a seguir no era una mala persona. Él ya sabía que todo era verdad.

—No me...

—Sí lo vio—interrumpió y se alejó lo más posible de él. Camilo frunció el ceño en confusión—. Vio al tío Bruno contigo.

Su mirada se enfocó en el niño del pasillo de abajo que lucía muerto en vida.

—¿Cómo sabes eso?—Preguntó

—Porque él me lo vino a decir todo cuando los encontró—Toñito comenzó a llorar más y balbuceo:—. Y yo le dije que no dijera nada.

Esa mentira había desencadenado todo esto. A fin de cuentas, sí lo había visto con Bruno. Eso significaba que hizo algo muy malo en vano.

También que no estaba loco, y eso le importaba más que cualquier otra cosa.

Se rió ante lo que parecía ser una cruel broma de la vida, y la sonrisa en su rostro atemorizó aún más a su hermanito que volvió a retroceder cuando él lo miró con curiosidad.

—¿Me vas a delatar, Toñito?—Preguntó mientras se le acercaba. Se suponía que él mismo lo haría pero la noticia le hizo cambiar de parecer.

No le contestó nada. Se quedó quieto un buen rato y fue suficiente como para dejar en claro que no diría que estaba ahí. Y pensar que Camilo realmente prometió que se desharía de él sí hiciese falta.

Le sonrió muy débilmente mientras lo tomaba del rostro y le daba un beso en la frente con cariño.

—Te quiero mucho—Le dijo antes de regresar a su habitación sigilosamente.

Esperaba que no viviera con culpa por el resto de su vida. Él por su parte, decidió ignorar el infierno de abajo y simplemente preocuparse por otras cosas más importantes a su parecer. 

IN MY ROOM; «Brumilo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora