Capítulo seis: ¿Como...?

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Narra: Bailee.

—¿Porqué quieres involucrarte en algo que claramente, no te incumbe?—nunca había conocido ah alguien que quisiera meterse en algo posiblemente peligroso. Si, quizás esta de "su parte" pero solo con el fin de que se marche lo más lejos posible de mi vida. Ya de por si, la universidad es lo suficientemente complicada, como para sumarle aún tonto más.

—¿Y tu porque no tienes amigos?—el rubio me sonríe de oreja a oreja, para así darle un gran mordisco ah su sandwich de maní y jalea.

—¿Si sabes que no debes de comerlo con mani, si no con mantequilla de maní?.

—No. Me estoy cuidando—me confiesa con las mejillas repletas de maní y pan.

—¿Buscas bajar dos tallas más para la temporada de bikini?—menciono con una sonrisa burlona.

—Casi. Pero no, la verdad es que deseo lucir mucho más joven de lo que realmente soy—exclama. Dándole un gran mordisco ah la abominación que hizo para comer, si. Quizás el alemán era muy lindo, pero cuando era hora de comer. Comía unas cosas que yo jamás me atrevería a probar, ni siquiera si mi vida dependiera de ella.

—Si. Estás demente—menciono. Enfocando mi mirada en mi libro de gastronomía, no podía creer que este idiota fuera mejor que yo y no se esforzará lo suficiente como para parecerlo. Es esa clase de personas, que no sabes cómo llegaron adónde están. Pero lo raro es que llegaron, y lo hicieron tan raramente. Pero bueno, aquí estaba yo. Intentado ser lo suficientemente buena como para que las personas dijeran, es tan talentosa como su madre, y no. Ah llegado hasta hay, gracias al talento de su madre.

—¿Tu no comeras?—me ofrece este unos de sus fantásticos sandwich.

—No—empujo aún lado el plato de vidrio. Me negaba ah exponer mi estómago ah su trampa de muerte—¿Acaso pretendes que muera?. Dime insecto abominable. ¿Acaso buscas asesinarme?—quizas estaba siendo un poco exagerada con el. Pero para mí defensa, no confiaba del todo en el rubio de la realeza, todo eso me sonaba tan tonto. Se que su familia es muy importante, pero la mía también lo es. Así que no lo hiba ah tratar como un rey como todos lo habían tratado desde que apareció en mi vida.

—Eres demasiado exagerada. ¿Lo sabes?—menciona este. Comiendo muy cómodo su "obra maestra" que más que una obra maestra. Tenía la impresión de algo que un niño de cincos años prepararía sin ayuda de un adulto, y qué probablemente. Le traería grandes dificultades al momento de detener tu ritmo de evacuar, así que no. Lo menos que deseaba era enfermarme fra demente del estómago, y si probaba lo que él había hecho. Eso era justamente lo qué sucedería.

—Mi niño—una dulce vos de una mujer. Comenzó ah resonar en la casa, el rubio abre sus ojos. Para así ponerse de pie y limpiar su boca con las servilletas de papel.

—Ya regreso—asiento. El se da la vuelta, para así solo marcharse y dejarme justamente sola en el comedor. No sabía él porque, pero me sentía realmente incómoda al estar hay sola. Quizás se deba ah qué no conocía ah nadie, ni siquiera ah Adal Manfred como tal. Y fue en ese preciso momento, en el cual un muy lindo chico de ojos azules. Tez blanca y rubio cabello, se hace presente en la cocina. Su mirada se encontraba clavada en la pantalla resplandeciente de su celular, que al verme. Decide guardarlo y acercarse ah mi, con un aspecto un tanto extraño. Solo dándome la impresión de que me conoce o algo parecido ah eso, la verdad es que no lo sé muy bien.

 Solo dándome la impresión de que me conoce o algo parecido ah eso, la verdad es que no lo sé muy bien

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