5. Inocencia Interrumpida

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De nuevo.

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Capítulo V
"Inocencia Interrumpida"

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Al día siguiente y luego de una noche terriblemente incómoda despertó con el aroma de un desayuno recién hecho y ardor entre las piernas.

De pronto todo el peso del maltrato del día anterior cayó de golpe y ahora le estaba costando mantenerse en pie.

Todo dolía, todo le daba vueltas.

Y al verse frente al espejo las ganas de llorar le invadieron. Tenía moretones por todo el cuello, el labio roto y un montón de arañazos aderezado a un ojo morado.

Estaba magullada y sin ánimos de levantarse de la cama.

Solo deseaba dormir y no despertar.

—Hola, Rouge—hablo la menor y trató de sonreírle—Al no obtener una respuesta, se preocupó—¿Te encuentras bien? —el mutismo siempre era una mala señal para ella.

Fiel a todos sus instintos primarios decidió que no era momento de lamentaciones y salió del cuarto de baño dispuesta a poner la mejor cara que los golpes le dejasen —fingir en todo caso— y esperar que la chiquilla no preguntase más al respecto.

—Buen día, Pinky—Fue su saludo y ambas se encaminaron a la cocina sin mediar otra palabra.

Al recibir su plato, la rosada tomó asiento frente a ella y comenzó a comer en silencio.

Tenía muchas dudas, sí. Pero agradeció el hecho de que prefiriera guardar silencio y no cuestionarle nada.

No quería hablar del tema, ni siquiera a ella le terminaba de quedar del todo claro que carajos sucedió la noche anterior.

Su vida estuvo en riesgo y se topó cara a cara con un feminicida; no obstante, por mucho que hubiese deseado que aquello no fuese sino un producto de alguna borrachera o sustancia recreativa, los golpes y el dolor en su rostro confirmaban su desgracia.

Ahora, ambas en silencio solo se dedicaban a comer; más por inercia que por hambre, la chiquilla Rose estaba ahí sentada sin alzar la mirada y a juzgar por su lenguaje corporal estaba luchando internamente contra su propia curiosidad.

No podía culparla tampoco, ella también era una chismosa de lo peor y ahora que era el centro de atención no quería ni que le hablaran.

Que patético sonaba eso...

Tomó otro bocado y el dolor en su boca se intensificó; de un modo u otro sabía que debía recibir atención médica o al menos algún analgésico si quería sobrevivir lo que restaba de la semana.

—Pinky—habló y dolor la hizo callar un momento—Vístete, iremos a la farmacia—.

No era una niña y no tenía problema en dejarla sola, sin embargo, esta vez ese pequeño atisbo de compañía le hacía falta y qué mejor que la chiquilla para llenarlo.

No quería decir que tenía miedo de salir a la calle y enfrentarse a las miradas de sus vecinos que ya de por si juzgaban su vida y sus acciones diariamente, pero sí.

Tenía miedo en este instante, seguramente debido a lo reciente del incidente, o quizá...

Nope, sí era solo la paranoia.

Y si ese era el caso lo mejor sería apresurar las cosas porque la vida seguía y no tenía tiempo que perder. Mucho menos ahora que Shadow y sus planes le estaban ayudando a continuar con sus estudios.

𝘋𝘪𝘴𝘰𝘭𝘶𝘵𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora