Cuatro voces

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黑色的

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A unas horas del evento y aún se encontraba en cama, a su lado se encontraban largos mechones castaños de un amante casual que se hundían bajo la manta. Ya era tarde, y debía comenzar alistarse.

Tenía la intención de pasarla bien, no se arrastraría por la atención del príncipe luego de sus groserías. Lo había ignorado desde su estadía en el palacio.

Apenas si observaba al príncipe. Desde la llegada del rubio al palacio, se la pasaba escurriéndose entre los grandes salones y pasillos, pasando de los almuerzos y paseos a medio día con los demás nobles. Sin embargo, le hallaba algo de diversión saber que el príncipe podía escapar de las reuniones, protocolos, consejeros, más nunca podría de su triste destino como heredero.

Su padre el gran duque lo estaría vigilando a él y sus movimientos, le había recordado que no podía confiarse de la amistad con el rey para asegurar el compromiso entre ambas familias, tantos años de preparación no podían haber sido en vanos. Las expectativas para perdurar la raza y fortuna de su familia se encontraban en sus manos, mientras que su hermano algún día sería el duque, a él lo visualizaban en el trono.

Se echó un vistazo por última vez. Su apariencia era magnífica, su gran traje marino con terminaciones doradas y cremas acentuaban el gris de sus ojos y su oscuro cabello; tiene que verse bien, tiene que resaltar esta noche por la cantidad inmensa de pretendientes que asistirían; pero no se preocupaba mucho, no se amargaría la noche, estaba seguro que el príncipe no sentía entusiasmo por conocer a nadie.

La velada sería maravillosa y él buscaría diversión con la compañía que más le plazca. 


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黃色

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La faja le impedía respirar con normalidad, no tenía idea de cómo podría digerir si quiera un bocadito. La habitación estaba repleta de doncellas y sirvientes, asegurándose de cada detalle de su apariencia, sus ánimos lo ponían aún más nervioso.

Le abrumaba saber que a partir de esa noche comenzaría el resto de su vida en el palacio, seguido por doncellas y siguiendo protocolos aburridos. Solo le había bastado una semana allí para saber que él no deseaba aquello, añoraba sentir nuevamente la frescura de la lluvia sobre su rostro o cobijarse bajo las brisas de la hoguera.
Tristemente no se encontraba en posición de renunciar a su posición sencillamente al ser el único heredero al trono.

Le esperaba una corte y consejeros reales a lado de su futuro prometido, aquel engreído hijo del duque. ¿Qué podía hacer? Se hundía en la resignación con cada día que pasaba, sentía una sensación de asfixia. Sin embargo, se guardaba con él algo de consuelo. La burguesía sería invitada, no quería mantener una ilusión en vano pero con un poco de suerte y a lo mejor podía encontrarlo esa noche. ¿Sería capaz de reconocerlo?

El perfume con aroma a miel que rociaron encima lo sacó de sus pensamientos. Se observó frente a los inmensos espejos que lo rodeaban, atrás quedaron los días donde el barro se esparcía en sus prendas mientras que sus cabellos bailaban por el viento salvaje de los valles. En el presente su impecable reflejo lo hicieron sentir un desconocido consigo mismo, aún no se acostumbraba a las finas telas, le abrumaba el aroma que no le pertenecía y se aburría ver sus cabellos rígidos hacia atrás, incluso le habían sugerido algún corte para controlar su rubia melena.

Mar de copasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora