El tiempo se ha vuelto un enemigo silencioso que no se puede controlar.
Los momentos en compañía cada vez tienen más valor. Y son los pequeños actos los que brindan calor al corazón.
La razón y yo nunca hemos sido muy apegados. Las emociones y yo tenemos un camino casi pactado.Tengo que ser sincero contigo, señor tiempo. Gracias.
Gracias por darme el conocimiento y la paciencia de llegar hasta aquí. El mostrarme que soy y el camino que en algún momento de mi juventud te pedí cada noche antes de ir a la cama.
Pasamos juntos tantas cosas. Tantas emociones. Esas travesuras juveniles que ahora causan esa pequeña vergüenza con risas que se volvieron una anécdota.
Los tropiezos tampoco hay que olvidarlos, conocimos muchas cosas mientras la cagabamos y no por eso hay que ignorarlas.
Me ayudaste a madurar. A conocer mis pasiones. A qué eres tan cruel y nunca hay tiempo suficiente para demostrar cuanto queremos y anhelamos. Que puedes ser tan injusto y decidir el día de mañana arrebatarme de los que amo para acompañarte. Pero no has sido tan malo conmigo.Ahí es donde aparece ella.
Con su maldita sonrisa de ángel. Su ternura inexplicable. Y ese su mirar lleno de ambición, con ganas de devorar el mundo con esa manera tan hechizante de conquistar.No solo satisfecho con eso, también me pusiste en los momentos donde necesité aprender a golpes lo que la vida significa y la importancia que debe darsele.
No sé cuál sea tu propósito conmigo pero si algo puedo pedirte es que me acompañes un rato más que aún no puedo ir contigo.
Déjame ser feliz haciendo feliz. Aún me queda mucho por hacer y conocer. Y si el día de mañana decides ser egoísta y tomarme a la fuerza, te pido me dejes volver a decir adiós. Te prometo no tardaré.
Por ahora prometo agradecer el que me concedieras un día más aquí.
El cosmos no es lo suficiente espacioso para guardar todo lo que deseo pero estoy seguro que un día lo llenaré.Que tengas bonito día, señor Tiempo.