Capítulo 1

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«¿Realmente crees en los finales felices?» Enko daba vueltas en la cama sin poder dormir mientras se hacía esa pregunta una y otra vez, Madi dormía tranquila y plácidamente junto a él. Quiso por un momento vivir en su ignorancia, pero era absurdo fingir que no existía su realidad. Estaba feliz que de nuevo estuviera con él y compartieran la cama, pero ahora no sabía qué sería lo siguiente en sus vidas.

Se sentó al borde la cama y se llevó las manos a la cabeza, sabía que su caza nunca acabaría, no si él no terminaba con ellos antes. Cada día leía los diarios y se informaba en actualizaciones en el mundo virtual y solo temblaba al ser consciente que el Ojo del Mundo no lo estaba buscando, ese silencio no era bueno, solo era aterrador. Lo mantuvo noche tras noche al borde de la cama sin poder dormir, esperando que en cualquier momento alguien entrara en su habitación a llevárselo y asesinar a Madi.

Se levantó de la cama y fue a la cocina a tomar un vaso de agua, su garganta se había secado de pronto al pensar en todo lo que el Ojo del Mundo estaba planeando en su silencio, su padre también se había mantenido sospechosamente silencioso.

—¿Cuándo seré libre?— Se preguntó mientras devolvía el vaso a la mesa.

Desde que se había reconciliado con Madison, habían permanecido en Venezuela, era un buen lugar para esconderse y además, podía dirigir personalmente su orfanato. Había comprado una casa de campo, algo similar a lo que había sido el primer refugio de Lucían, solo que un poco más grande debido a que su hermano había decidido que lo mejor era estar juntos, así Madi y Jess no se angustiarian la una por la otra.

—¿Tampoco puedes dormir?—preguntó Jess apareciendo de pronto y abriendo el refrigerador para tomar un poco de agua también.

Enko suspiró en respuesta, Jess tomó asiento en la pequeña isla de madera que reinaba en el centro de la cocina, lo invitó a tomar asiento a su lado.

—¿Tú por qué no puedes?—preguntó a su vez.

—Solo no puedo, sé que es inútil, pero no dejo de pensar en lo que una vez fue mi vida —se encogió de hombros— Es curioso las vueltas que da la vida, todo una vida de trabajo y esfuerzo para luego hacer otra cosa diferente por las circunstancias a las que te obligó a enfrentar la misma.

Enko levantó su vaso con un poco de agua en señal de brindis.

—Por las circunstancias de la vida.

—Y por lo lindo de ellas. — Brindó Jess con una sonrisa.

Ella sabía que si no hubiera sido por esas mismas circunstancias, nunca habría conocido a Lucían ni habría tenido la oportunidad de pasar tiempo con él. Enko adivinó el significado de esa sonrisa y no se resistió a preguntar

—¿Cómo surgieron las cosas entre tú y mi hermano?

—Bueno, debo decir que en varias ocasiones intenté escapar de él —rio recordando los primeros días en su refugio del desierto—, pero una y otra vez el geniecillo lograba capturarme —Enko sonrió al imaginar la escena—. Honestamente no podría decir en qué momento surgieron mis sentimientos hacia él, pero si sé que supe que los sentía cuando, por un intento de escape, me lastimé el tobillo y él en vez de reprender, me curó y noche tras noche masajeaba mi tobillo para que se mejorara. Su paciencia y su delicadeza, incluso cuando yo huía de él, eran admirables. Hasta yo reconozco que merecía que me abofetearan por mi estupidez.

—Recuerdo que Lucían me comentó que tú no eras fácil de tener encerrada —rio recordando la charla con su hermano—. Y ahora que me cuentas que literalmente huías de él —rio más fuerte —, solo puedo imaginarlo corriendo detrás de ti.

—Rie todo lo que quieras, pero tal vez esa persistencia fue la que causó este amor, y si mañana soy yo la que debo correr detrás de él para protegerlo, lo haría sin siquiera pensarlo.

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