Capítulo 5

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Madi estaba inquieta mientras esperaba, ya habían pasado casi dos horas y no sabía nada de Enko ¿Había descubierto la verdad? ¿Estaba enojado con ella? Seguramente. Tal vez su padre si estaba esperando que Enko supiera la verdad, si eso era cierto ¿Cuál sería su siguiente movimiento?

—Madi —llamó Jess a su puerta.

—¡Adelante! —la invitó.

—¿Qué haces? —pregunto tumbandose junto a ella en la cama.

—Nada, solo espero que Enko se comunique —dijo sacudiendo el teléfono en su mano.

—Aff, debes despreocuparte. Lucían solo accedió a investigar para que Enko se quedará tranquilo. No van a descubrir nada,  bueno, eso piensa Lucían.

Madi meditó en eso, si Lucían no sospechaba nada, seguramente no había nada. Lucían siempre se mantenía alerta sobre los movimientos extraños en el mundo para asegurarse de que Rafael Bogoloski no estuviera haciendo nada grave como para llamar su atención y haste el momento, no había descubierto nada «Sí, pero Lucían no sabe que tú escondes una horrible verdad» le recordó su subconsciente. Los nervios volvieron a ella y sin poder evitarlo empezó a mordisquear sus uñas.

—¿Qué pasa? —preguntó Jess acercándose a Madi para mirarla a los ojos.

Madi miró a su amiga, moria por contarle. Desde que supo que su padre biológico era Rafael Bogoloski, quiso contarle a su amiga, pero se contuvo cuando supo la relación que mantenía con el hermano de Enko, tenía miedo de que Lucían lo supiera y que luego se lo contara a Enko, y más cuando eso implicaba que alguien más iba a saber el secreto de Bogoloski, secreto que Enko había recalcado que no debía saberlo nadie más, pues él mismo había recibido una paliza cuando lo supo por accidente. Eran dos desastres que iban a ocurrir si Lucían se llegará a enterar, no parecía buena idea.

—Madi, ¿Estás pálida, qué pasa? —comentó Jess sentándose junto a ella.

¿Debía decirle? Si no lo decía se ahogaria con sus propios miedos, confiaba suficiente en su amiga como para saber que si le pedía que guardara el secreto, lo haría.

—Hay algo... —empezó a hablar dudosa, retorcía el teléfono en su mano por el nerviosismo.

—Cuéntame, Madi —la animó Jess deteniendo sus manos, quitó el teléfono de su mano para que dejara de retorcerlo. Conocía a su amiga, claramente estaba nerviosa— No hay nada que no me puedas contar.

—Bien —respiró profundo, Jess era la única persona en la que había confiado por muchos años desde que había quedado huérfana, las cosas ahora no debían ser diferentes —, pero debo advertirte, no podrás contarle a Lucían lo que te voy a decir ¿Estás dispuesta a guardar un secreto a tu chico?

—Sí, por ti siempre —aseguró Jess uniendo sus manos.

—Correcto. He querido contarte esto desde el momento en que te ví cuando fuiste a mi rescate en la casa del infierno —confesó, sintió como la vista se le nublaba por las lágrimas— no te lo conté porque supe la relación que mantenías con Lucían, no quería ser la causa de que le guardarás un secreto.

—Comprendo.

—Bien, lo que pasa es que; cuando Rafael Bogoloski me tuvo en su oficina a solas, me confesó algo que yo aún no logro creer. ¿Recuerdas que mi padre, el hombre que me crió no es mi padre biológico?

—Sí, lo recuerdo.

—Nunca conocí a mi padre biológico, nunca pregunté por él siquiera, estaba conforme con mi familia y nunca tuve la necesidad de pensar en mi progenitor. Cuando estuve huyendo con Enko, supimos que Rafael Bogoloski quería contactarme, no sabíamos por qué, solo supe la verdadera razón el día que estuve en su oficina, frente a frente.

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