Al día siguiente me levanté con mucho entusiasmo y comencé a realizar todas mis labores, desayuné, tendí mi cama, lave los trastes y comencé a escribir aquellos cuentos que le había prometido a Carlos, pretendí que todas las historias que le escribiría a Carlos fueran positivas para que, al escucharlas, se sintiera con muchas ganas de recuperarse y se mantuviera animado.
No sé cómo, pero la imaginación junto con las palabras fluía de forma natural, esto me alegraba mucho pues había descubierto una nueva habilidad en mí, Nancy me había llamado para informarme que tenía todas las tardes libres para irlo a visitar, específicamente me habían dado el horario de cuatro de la tarde a ocho de la noche, el cual era perfecto para mí pues saliendo de la escuela, iría a casa a comer, hacer tarea, ir a visitar a Carlos, regresar a casa, bañarme y todos los pendientes. aquel día mis padres me llevaron al hospital para ver a mi amigo, estaba deseoso por entrar a verlo, platicar con él y cerciorarme de que todo estuviera en orden con su recuperación. Entré a su habitación y lo saludé con mucho entusiasmo
—Carlos ¿cómo estas que tal tu día?
—Muy bien en la mañana fuimos a practicar snowboard, comimos truchas que pescamos en el lago, y me vine rápido al hospital pues sabía que venias en camino — dijo Carlos, mientras ambos no echamos a reír, me alegraba de ver que tuviera ese sentido del humor a pesar de lo que estaba pasado.
—Me da mucho gusto poder escúchate bromeando, pero en verdad cuéntame ¿Cuántas veces te han inyectado, como te tratan los médicos y enfermeras, ya te cambiaron el suero hoy?
—Muy bien todos son muy amables conmigo, lo único incomodo es poder ir al baño, la comida no es tan mala, creo que podré acostumbrarme a ella. Por la tarde una enfermera trae en un carrito metálico, con una televisión para poder entretenerme, solo que aquí nada más hay programación local, pero la doctora Fuentes me dijo que quizá el jueves traerán una videocasetera para poder ver películas.
—Qué bueno que no te tratan mal, eso me da mucho gusto por ti Carlos.
—Sí, la verdad no puedo quejarme, cuéntame tu ¿Cómo estas, que hiciste?
Y antes de seguir con la conversación quedé atrapado con la maravillosa vista que tenía Carlos desde su habitación, de aquel tercer piso, mi mente rápidamente viajó y le dije:
—Una vez que ya puedas correr haremos esto, vamos a juntar todas las botellas de agua que la gente deja en su jardinera con la creencia de que así los perros no defecarán allí y nos iremos a esconder al puente, uno de nosotros irá a provocar a los tipos que nos molestan del barrio vecino, con la intensión de que lo persigan hasta el puente de la avenida, para que cuando estén parados justo debajo de aquel puente le demos un buen baño a esos mugrosos con el agua de esas botellas.
—Me parece una excelente idea Daniel, se me ocurre que también podemos jugarle una pequeña broma a nuestros vecinos que ponen sus botes llenos de cemento o los huacales de madera, evitando que los autos se estacionen cerca de su banqueta.
—¿Qué se te ocurre Carlos?
—Muy de mañana o en la noche, cuando no puedan vernos, juntaremos todos los botes de cemento y huacales de esas personas y las colocaremos en la avenida principal, al día siguiente todos los vecinos estarán como locos buscando sus cosas y con el transito detenido.
Reímos mucho con las ocurrencias de Carlos. Él añadió: —también se me ocurría enviar cartas de amor anónimas a personas del barrio, haciéndoles creer que se atraen entre sí, no sabemos, pero quizá podamos formar parejas como tú y mi hermana, ¿has notado que el señor de la carnicería le despacha más rápido y le sirve más carne a la joven que vende flores?
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Siete Cuentos (nunca se logra escapar)
Teen FictionDaniel y Carlos son los mejores amigos, un evento desafortunado y poco pronosticado llega a cambiarlo todo, Daniel debe cumplir las promesas que le hizo a su amigo antes de que sea tarde. El tiempo le hace descubrir que las cosas deben enfrentarse t...