Hola, mi nombre es Daniel y esta es mi historia. Toda mi infancia viví en un barrio cercano al centro de la ciudad de México, mi lugar favorito para vivir, aunque nos encontrábamos en una zona catalogada como de alto riesgo por la delincuencia, yo era muy feliz disfrutando con mamá, papá y la abuela.
Mi padre era un gran hombre en todos los sentidos de la palabra, tenía una gran barba, sabía manejar casi cualquier tipo de transporte, podía reparar todo lo que estuvieran descompuestos, sabía pintar casas, cocinar, nadar y no le tenía miedo a la nada, bueno, o eso creía hasta que descubrí que solo le tenía miedo a la abuela y en ocasiones a mamá.
hablo de mi padre desde mi propia percepción, quizá los atributos que veía en él, no sean realmente lo que te catalogue como un hombre, pero de algo estoy seguro, él fue mi inspiración para salir delante de muchas pruebas y estoy agradecido por haberme dado todo su amor, una buena educación y mostrarme el buen camino a seguir.
Mi padre aun trabaja en las oficinas del edificio oeste, recuerdo que desde chico todas las mañanas desayunábamos juntos, veíamos caricaturas y me llevaba a la escuela en su camioneta azul.
Mi madre trabaja desde casa atendiendo su tienda de abarrotes, mi abuela le ayuda a cocinar, con las labores de la casa, y era la encargada de ir por mí a la salida de la primaria.
Mis padres me acostumbraron a que al llegar de la escuela debía hacia mis tareas y estudiar, para que después de comer tuviera toda la tarde libre para salir con papá al parque, jugar videojuegos o ver mis caricaturas favoritas en la televisión.
A mi padre le gustaba mucho cuidar su salud, en ocasiones iba a un gimnasio, levantaba pesas, hacia ejercicios cardiovasculares, y en ocasiones prefería salir a correr al deportivo y me llevaba con él; mi madre prefería hacer ejercicio en la casa con sus mancuernas, ligas y su bicicleta fija.
En medio de la avenida principal más cercana a mi casa había un parque, lugar donde la gente salía a correr, pasear a sus perros, y las parejas de novios se sentaban a platicar a la sombra de los árboles y también algunos niños jugaban en los columpios y toboganes.
Siempre que pasábamos por allí llamaba mucho mi atención ver como se formaban los equipo para jugar futbol soccer, pues en ese parque había dos canchas medianas, donde todos los días se realizaban retas. El juego consistía en que el equipo que anotara dos goles de tres eliminaba a su contrincante, el perdedor tenía que salir de la cancha a esperar de nuevo su turno y mientras entraba un nuevo equipo a intentar vencer al ganador de la ronda pasada.
Yo era pequeño en comparación de los niños, adolescentes y adultos que allí jugaban, mi padre sabía reconocer mis gustos, así que me regaló un balón, pero en vez de jugar en el parque de la avenida, íbamos al deportivo, el cual era mucho más grande, más libre y con mejores instalaciones. Mientras mi padre se ejercitaba corriendo, o haciendo calistenia, yo practicaba tiros libres para ir fortaleciendo mis rodillas, piernas y me acostumbrara al peso del balón; cuando él terminaba de correr se colocaba en la portería y me retaba a meterle un gol, por cada gol que le metiera me iba a dar una cantidad de dinero, pero si no lograba anotar ninguno tendría que ayudarle el fin de semana a lavar la camioneta.
Era divertido jugar con papá, pero quería que hubiera más personas en el juego, jugar un partido real como en la televisión, pero para mí mala suerte todos mis primos eran mayores o no les gustaba el futbol, además estaban todo el tiempo con sus novias o haciendo tareas de la universidad.
Comencé a salir a la calle a jugar cuando conocí a Luis, un vecino que tenía dos años menos que yo, esa tarde mientras ayudaba a mi madre a revisar que el producto que llegaba a su tienda estuviera completo, Luis jugaba futbol en la calle con dos de sus primos, ellos no vivían en la misma casa, supongo que habían ido de visita; después de recibir el producto me quedé mirando como jugaban, hasta que mi abuela me dijo, si quieres jugar con ellos solo tienes que pedírselos.
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Siete Cuentos (nunca se logra escapar)
Dla nastolatkówDaniel y Carlos son los mejores amigos, un evento desafortunado y poco pronosticado llega a cambiarlo todo, Daniel debe cumplir las promesas que le hizo a su amigo antes de que sea tarde. El tiempo le hace descubrir que las cosas deben enfrentarse t...