Terminé de contarle el séptimo cuento a Carlos, y mientas aún seguía recostado en mi pecho me dijo:
—Esas son grandes historias, muchas gracias Daniel por todo el tiempo que me cuidaste, por amar a mi hermana, por ser el mejor amigo que tuve, yo no te dije que te perdonaba, porque no tenía nada que perdonarte, no me hiciste nada, así que de una vez por todas déjame ir, suéltame de tu conciencia, para que te quites de culpas y puedas ser libre, todos merecemos ser libres, pero a veces nosotros mismos estamos acostumbrados a las cadenas.
Debiste platicarlo, debiste hablarlo con alguien acerca de cómo te sentías por mi muerte, aunque te sintieras un tonto, aunque quizá no te hubieran hecho caso, pero tu alma se iría descargando de tantas emociones innecesarias, Dios ha estado dispuesto a escucharte a platicar contigo, echa en Él las todas tus cargas, en el mundo no estamos solos, nuestro espíritu está necesitado de una conexión especial con su Espíritu. Habla con el Espíritu de Dios, él será quien te de fortaleza y consuelo en los momentos más difíciles de tu vida, no te preocupes si tu corazón se rompe, el estará allí para recoger todos esos pedazos y reconstruirte.
Se el hermano mayor de otros niños, así como tú me cuidaste, hay muchos niños aquí en la tierra que te necesitan, recuerda tus promesas, me dijiste que cuando fueras adulto y trabajaras traerías en la cajuela de tu auto algunos balones y juguetes para regalar a los niños, no olvides tus promesas, tu misión aquí en la tierra aún no termina, yo me seguiré sintiendo muy orgulloso de ti.
De pronto pude sentir como su peso se iba alejando poco a poco, su cuerpo se iba diluyendo, su voz también empezaba a ser cada vez más lejana, hasta que de pronto desperté a un lado de mi bella esposa, con una emoción indescriptible en el alma, lloré pero no de tristeza, era de paz y mucha alegría, inmediatamente me puse de rodillas y le di gracias a Dios por aquel regalo y bendición tan enorme que me había permitido vivir, así que me propuse a ser libre a ser feliz y ayudar a otros a poder serlo.
El siguiente fin de semana Nancy y yo planeamos una salida familiar, con mis suegros y mis padres, estábamos entre ir a Tecolutla o Acapulco, pero mi suegra dijo que ir a Vallarta sería mejor opción por lo lindo de sus playas y aprovechando que tenía familiares cercanos, y ellos nos podían dar un recorrido por los pueblos.
Salimos aproximadamente a las tres de la madrugada en camionetas diferentes, pues queríamos llegar y poder disfrutar al máximo nuestro tiempo de estancia allá, me fui durmiendo durante el camino, recuerdo que eran casi las seis de la mañana cuando nos detuvimos en una gasolinera, mientras todos se compraban un café y pan para despertar yo caminé hacia la carretera, me paré en la orilla y contemplé el amanecer, aquel viaje fue demasiado especial, pues por primera vez después de tanto tiempo, pude disfrutar realmente lo que estaba viviendo, sin culpas, agradecido por lo que tenía y muy emocionado por lo que venía en camino.
La comida fue deliciosa, nadar junto a mi esposa era fascinante, ver el amor que se tenían mis padres y como este seguía tan vigente me motivaba a ser cada vez más responsable con mi matrimonio.
Estaríamos allí tres días y dos noches así que no perdí el tiempo y la primera noche caminé hasta la playa, y a la luz de la luna junto al mar y sobre la arena, con todas mis ganas de salir adelante alcé mi voz y dije:
—¡Hoy soy un hombre libre, de toda culpa, te dejo en libertad Carlos, gracias por haber sido mi mejor amigo, te amaré por siempre! ¡Comienzo a vivir una nueva vida, con alegría, con paz, con amor para mí y los que me rodean, descansa alma mía, disfruta del amor Dios, de la paz de su hijo Jesucristo y de la libertad que su Santo Espíritu brinda!
Miré al cielo y de la nada comencé a agradecer por todo lo que tenía, tengo y tuve, venían muchos recuerdos a mi mente, lo mismo que personas y no dudaba en agradecer por ello, una sonrisa comenzó a dibujarse en mi rostro, me sentía grandemente amado, afortunado y feliz.
Pude sentir como el Espíritu de Dios, del que Carlos me había hablado me estaba guiando hacia una experiencia espiritual aún más grande y especial, comencé a entonar un tipo de canto improvisado a Dios, lleno de agradecimiento, no sabía lo que estaba haciendo solo me dejé llevar, dejé que fluyera, era un momento único en mi vida, sentí como un fuego recorría todo mi cuerpo, este fuego no me hacía daño, al contrario, quitaba todo el frío que tenía mi corazón y alma y comprendí por que Carlos no tenía miedo a la muerte, pues estar con Dios era estar seguros.
Regresamos a casa y pararon los meses, definitivamente no volví a ser el mismo, le conté a Nancy mis experiencias espirituales y comenzamos a tomar a Dios en cuenta para todas nuestras decisiones, él se volvió parte de nosotros, comenzamos a visitar a niños de escasos recursos y en condición de calle, donábamos despensas, ropa y pasábamos tiempos de calidad con ellos, nos involucramos en una asociación donde los jóvenes y adolescente se nos unieron y con el apoyo de ellos se nos abrieron puertas en asilos y orfanatos, entendí que hacer el bien a los demás siempre traerá una satisfacción mucho mayor para nosotros. Dejé de sentirme culpable por la muerte de mi amigo y me encontré con esto.
¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe,
puede añadir una sola hora al curso de su vida?
Mateo 6:27 Nueva Versión Internacional
No está controlado por ningún mortal, el tiempo de vida que a cada uno le toca vivir en esta tierra, pero sí depende de nosotros el cómo vivimos esos momentos.
Héctor Eduardo Prado Chávez
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FIN
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Siete Cuentos (nunca se logra escapar)
Teen FictionDaniel y Carlos son los mejores amigos, un evento desafortunado y poco pronosticado llega a cambiarlo todo, Daniel debe cumplir las promesas que le hizo a su amigo antes de que sea tarde. El tiempo le hace descubrir que las cosas deben enfrentarse t...