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El sultán se encontraba en sus aposentos, había mandado a llamar a algunas personas para arreglar asuntos del imperio, aunque la primer persona en entrar debía ser una de aquellas a quienes había traído en secreto, cosa que lo ponía nervioso ya que ni la sultana madre devia saber que se encontraban en el palacio.

Miro la puerta tras escuchar unos toques en ella y habló.

-Adelante-

Las puertas se abrieron y una mujer con ropas en tonos tierra entró, su rostro era cubierto por una tela blanca dejando ver solamente sus labios al natural.

-Mi sultán- susurra y hace una reverencia manteniendo su rostro bajo en todo momento.

-Debo suponer que han llegado bien-

-Si mi señor, todos hemos llegado bien, estamos muy agradecidos por el carruaje que se nos fue dado-

-¿Los sirvientes y guardias que mandé han tenido un buen comportamiento?-

-Todos fueron muy respetuosos tal y como debían-

-¿Sabes que puedes verme cuando estamos solos verdad?- dice con un poco de gracia- Y que no es necesario que cubras tu rostro aquí- agrega ya un poco ansioso, pues tiempo había pasado desde la última vez que la vio.

-Lo siento- una pequeña sonrisa aparece en sus labios- Me pone un poco nerviosa esto de mantenernos ocultos, no quisiera cometer ningún error-

-Eso sería un problema ya que deben preparar todo y a mí parecer les prestarán más atención si van por el palacio ocultando sus rostros cuando nadie más lo hace- se detuvo un momento a pensar- Aunque creo que tú no saldrás de esa habitación hasta que todo esté terminado y tengas que ir a dar tu aprobación-

Suelta una pequeña risa que hace sonreír ligeramente al hombre.

-Como siempre usted tiene razón mi sultán-

-Vamos no me hagas esperar más- insiste- Seguro has de estar como los pasha's más antiguos del imperio si no quieres mostrarte ante mí-

Ella niega su cabeza divertida, la levanta y coloca sus manos en la tela blanca.

-¿Usted creé?- le sigue el juego.

-Claro-

La mujer quita el velo finalmente, dejando al descuento su cara.
El sultán le dedica una sonrisa suave mientras la admira y los recuerdos vienen a él.

Es como si el tiempo no pasara en ella, y aunque no ha sido tanto aún le sorprende que después de las cosas que vivió siga allí entera y con sus grandes ojos marrones brillando, su pelo castaño es cubierto por la tela pero puede verse el comienzo de este brillante, su piel clara forma pequeñas arrugas cuando sus pómulos se elevan al estirar sus labios, carnosos y pequeños, para devolverle la sonrisa de vuelta.

⊰ Zeynep ⊱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora