Ella era su joya más preciada y él ya no la quería lejos, no dejaría que pasará más tiempo sin tenerla a su lado, no quería leer los poemas que le escribía, quería escucharlos, no quería sentir tristeza al oír en susurros su nombre, quería que los d...
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Era el segundo día por la noche que pasaba en una nueva habitación con sus hermanos, su abuela no había pasado a verlos y escucho que había estado con su hermano Mustafá quien le había hecho llegar un mensaje donde decía deseaba verla, ella se negó ya que no quería que la madre de este estuviera al rededor de los más pequeños, con las pocas semanas allí notó que esta no tenía buena relación con la pelirroja y mucho menos veía bien a sus hermanos.
Por otro lado se encontraba muy triste, su tía no había ido a visitarla, Gülfem no le había dado sus clases y lo peor de todo era que su padre había llegado a el palacio y no había ido a verlos, podía entender que tal vez no quisieran ir a ver a los niños, que podían ser hijos de una asesina y tontamente los repudien por ello, pero ¿y ella? No habían pedido verla, no la habían saludado o siquiera mandado a algún sirviente para ver su estado. Esto era peor que estar en otro palacio, allí solía pensar que las cartas tardaban en llegar y por eso el contacto era poco pero aquí podía darse cuenta que nadie pensaba en ella, estaba allí y no le importaba a nadie.
Hace unos momentos había vuelto con sus hermanos luego de llorar en los brazos de su sirvienta, quien la había consolado diciendo que seguramente estaban muy ocupados y esa era la razón de no pedir verla, no creía es sus palabras pues a su hermano si lo habían mandado a llamar y a ellos no. Al parecer era normal en la dinastía repudiar a los ninos que no tuvieran una madre que los cuide por lo que ella se haría cargo de sus hermanos e intentaría que ellos nunca se dieran cuenta de eso.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando las puertas se abrieron todos a su alrededor se pararon para hacer una reverencia, el sultán entraba a la habitación y la niña pudo notar el cansancio en sus ojos.
El hombre observó toda la habitación y vió los menores en sus cunas por lo que se acercó a ellos para besar sus frente y susurrarle algunas palabras.
Momentos después la vio, sentada en un rincón junto a su antigua amiga, tenía la cabeza baja y al sentir su mirada la levantó, noto la humedad de sus ojos, su corazón se estrujó y rápidamente fue en su dirección mientras sus brazos se separaban para que ella se refugiara en ellos, eso no ocurrió.
-Mi princesa ¿Qué ocurre?- tomó asiento a una distancia pequeña- Ven aquí - ella siguió su orden y se sentó a su lado, rápidamente fue envuelta en los brazos de su padre y su pequeño cuerpo comenzó a temblar - ¿Que sucede mi pequeña, cuentale a tu padre?-
-Creí que nos había olvidado- soltó luego luego de un llanto bajo- Creí que ya no quería vernos-
-Eso no es así, estuve ocupado con cosas del imperio ¿Por qué tienes esos pensamientos?- la colocó sobre sus piernas dejando la cabeza sobre su pecho, mientras que con un movimiento indicaba a las sirvientas que se fueran.
