Entre un ángel y un hada

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Ella temblaba, claro, era su primera vez, pero no la mía, la besaba y besaba para calmar esos nervios pero aun así podía sentir como temblaba incluso cuando le fui quitando los botones de su camisa, nervios por su primera vez o quizás la emoción. Yo también me sentía emocionado por experimentar esta nueva parte de mi vida, quería ser el primero, saber que se siente al tener experiencia y ella yo.

Acaricié sus caderas y su vientre desnudo mientras ella terminaba por quitarse la camisa y su brasier, podía ver en sus ojos como brillaban, ya no había casi temblor, ahora era yo el que temblaba cuando deslizó sus manos hacia su ropa interior.

«Tan hermosa como un ángel» pensaba.

Pensando en mis recuerdos con Emilie, me llegó a la mente el sueño de anoche, recordaba aquella hada con vestido rosado y ojos azules...Marinette...

«No, no, no, no, no, no».

¿Por qué me tuvo que pasar esto? ¿Qué es lo que ha ocurrido? Chasqueo la lengua, no lo entiendo, es bonita, no lo niego, tiene unos ojos hermosos, inocente, joven, una belleza particular...Estaba que gritaba, esto es una locura, tener que mirar así a una colegiala de dieciséis años.

Lo peor, es que ni siquiera ha pasado el año que se ha ido Emilie de mi lado. Tengo que olvidarme de lo que pasó, estoy extrañando tanto la compañía que mis deseos quieren despertar antes de tiempo, sería una falta de respeto a pesar de lo que me haya dicho Emilie, debo aguardar un año.

Durante el trabajo, miraba a Nathalie, una mujer adulta, bella, refinada, muy eficiente en todo lo que hace, no sé qué hubiera hecho sin ella, me ha apoyado hasta cuando Emilie murió. Pero no puedo mirarla de otro modo, quizás porque no soy de aquellos hombres que se interesen en sus asistentes o por el profundo respeto que le tengo a Nathalie.

En cuanto pienso en su abrazo, me recorre un escalofrío, como si temiera algo; entonces el recuerdo de mi tutora me invade nuevamente, las palabras que me decía y en lo que me di cuenta muy tarde: simplemente abusó de mí.

Cuando ella sintió mi mirada seguí con mi trabajo, no quiero darle unas ideas erróneas.

Mi concentración está muy baja, no podía quitarme de la cabeza aquel sueño, los ojos brillantes y azules, si tan sólo fuera realmente un hada imaginaria y no una persona de verdad.

«Marinette».

Estaba que me quería golpear la cabeza, no comprendo qué me sucede, solo quiero volver a pensar en mi esposa a quien he amado, la recuerdo tan joven, a sus diecisiete años lo hermosa que era, un ángel que llegó a mi vida para amarme y cuando pienso en ella durante nuestros tiempo juntos de casados, sobre todo los momentos de amor que tuvimos en las noches, sonreí por un momento.

Así mismo pensaba en mi tutora y tiemblo. No quiero pensar en ella, quiero seguir pensando en Emilie, cerré los ojos visualizando su rostro, sus ojos, su belleza, su inocencia...

«Inocencia...Marinette» pensaba.

No, tenía que pensar en mi trabajo, eso me distraería de mis pensamientos absurdos.

«Concéntrate, Gabriel, medidas, escotes...un hada, Marinette».

Suspiré, tengo que olvidarme de estos pensamientos, un simple accidente de mi mente, una confusión por tanto trabajo. Por eso es que no puedo seguir concentrado, ahora me está llegando el cansancio a mi mente así como podría sucederme en cualquier momento y tuvo que ser justo ahora.

De todos modos me hace mucha falta tener un descanso.

—Voy a salir un momento, Nathalie, busca a mi hijo cuando termine la escuela y procura que practique piano.

Belleza Parisina [Versión 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora