Precio sin cadenas

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Tomé otro medicamento, habían pasado tres semanas desde que vi a Marinette por última vez. Suspiré, comenzando a pensar en lo que estuve a punto de hacer con ella aquella noche, podría haberle hecho daño, así como me lo hicieron a mí.

¿Realmente soy un monstruo?

Suspiré, comenzando a pensar lo que estaba a punto de hacer con ella, podría haber hecho algo, pero al ver esa mirada me arrepentí de todo. He tratado por mis propios medios buscar la manera de ponerle fin a mi trauma, si un psiquiatra pudiera realmente ayudarme, no tendría que haberme obsesionado con Marinette, o simplemente quería negarme por el simple hecho de darme vergüenza que alguien supiera de mi trauma y el deseo obsesionado que tuve por una jovencita.

¿Cómo podría hacerlo a fuerza con ella si me miraba con terror?

Hice lo correcto, y me quedaré con el recuerdo de no haberla tocado. Debo de aceptar que ella no desea nada conmigo, sólo quiere a mi hijo, duele demasiado, el saber que podría estar tan cerca de mí aunque está tan lejos de mi alcance.

Observaba el exterior desde mi habitación, en el marco de la ventana se encontraba una mariposa preparada para volar, abrí la ventana y ella salió volando. Por eso siempre me fascinaban las mariposas, por la metamorfosis que ellas tenían, la belleza que tienen a pesar de haber empezado como criaturas desagradables.

El cielo estaba nublado por la tormenta de ayer, le dije a Nathalie que saldría, era una reunión en la perfumería de mi marca, me querían para seleccionar la forma del frasco del nuevo perfume ya que tenían más de una propuesta que les parecían exquisitas e innovadoras. Si la visión era la misma que mi marca entonces no necesitaban mi aprobación, mas aun así salí de mi mansión, quería también aprovechar el visitar el cementerio para suplicarle el perdón a mi Emilie por los pecados que había cometido, no la respeté ni tampoco respeté el luto.

Después de mi reunión en el que elegí un frasco redondo y alargado con forma de un cristal, me fui a una florería para ir rumbo al cementerio.

Una vez en la tumba que le había hecho a Emilie, me puse de rodillas y lloré.

—Perdóname, por no respetarte—susurré. —En verdad yo no quería, jamás te hubiera traicionado, pero la tentación me fue ganando, la carne es tan débil. Debí haber sido más fuerte, te juro que lo haré, intentaré ser fuerte y pensaré en nuestro hijo, nada más en nuestro hijo y en su bienestar.

Las lágrimas brotaron de mis mejillas, a veces me alegraba que nadie más estuviera en el cementerio y me viera de ese modo, no quería sentirme vulnerable ante nadie. No quería que nadie viera que Gabriel Agreste es un ser capaz de herirse fácilmente, siempre he mostrado ser fuerte y tener una gran coraza inquebrantable.

Salí del cementerio y me fui de vuelta a mi vehículo donde me esperaba Nathalie, le agradezco su compañía, quizás no hubiera sido capaz de hacer este viaje yo solo, además, desde que me encontró en mi baño a punto de ahogarme se preocupa por mi estado de salud, me ha agendado la cita a varios médicos los cuales siempre buscaba evitar, no habría manera de curar este estado mental en el que me encuentro más que por mi propia cuenta, eso era lo que siempre le mencionaba cada vez que intentaba persuadirme para poder ir a una cita.

—Por el bien de su hijo, hágalo—exclamó Nathalie. —No puede dejar a su hijo solo, no en estos momentos, debe disfrutar del tiempo que tenga con él antes de que llegue el día en que ya no lo pueda hacer, tiene que pasar tiempo con su padre.

—Actúas como si fueras su madre—repliqué.

—Ahora necesita un padre, ya será decisión de usted si le da una madre—murmuró ella.

Belleza Parisina [Versión 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora