Cuestión de tiempo

105 19 1
                                    

Ver la alegría de mi hijo fue una gran satisfacción para mí, un nuevo año empezaba y terminaba pero no mi año de luto, todavía debía esperar unos meses más. Meses que se veían tan largos para mí, me estoy prometiendo esperar a que termine el año para poder darme el permiso de contemplar mis deseos.

No puedo creer que Nathalie se le haya olvidado comprar la galette des rois, justo este día, lo peor de todo es que Adrien me ha insisto en que quiera probar la de la panadería de los Dupain-Cheng que ha sido muy popular. Y vuelvo a ser el padre complaciente porque es un día muy especial, temo que si le sigo dando todo lo que me pide se volverá un joven totalmente diferente a lo que deseo que él sea.

«Cálmate, Gabriel, tu hijo prometió no desobedecerte y ser el hijo perfecto» me decía a mí mismo.

Así fue como mi hijo y yo fuimos a comprar la galette des rois, cuando llegamos me di cuenta que Adrien no mentía cuando dijo sobre su popularidad. Había una larga fila de personas afuera esperando poder entrar a comprar ya que aún no estaba abierto, cuando salí el olor a la galette des rois inundó mis fosas nasales, no había olido algo tan dulce que me cautivara en muchos años.

—¡Oiga, usted! ¡Al final de la fila! —escuché un exclamo de parte de un parisino que estaba de primero en la puerta.

¿Al final de la fila? ¿Tiene acaso idea de quién soy? Todo esto se lo decía cuando éste acaloradamente decía que le importaba un comino quién era yo todos debían hacer fila, sería una falta de respeto. Esto es indignante, no soy como todas estas personas, soy una persona importante y cada hora de mi vida es valiosa, no puedo perder el tiempo en esto.

—Lo lamento, Adrien, pero tendremos que ir a otra pastelería, donde nos atiendan lo más rápido posible—mencioné poniendo énfasis en las últimas frases.

Entonces de la puerta de la pastelería aparece Marinette Dupain-Cheng con una bandeja llena de pedacitos de galette, me congelé un momento hasta que vi como ella se tropezaba, no sé si fueron buenos reflejos o mucha suerte, detuve la bandeja lo que provocó que la caída terminara peor; de no ser por eso quizás ya se hubieran caído al suelo todos los pedazos de galette que ella llevaba en la bandeja y de no ser por Adrien Marinette hubiera dado con la cara al suelo.

Me miró a los ojos y yo tragué saliva por ver tan de cerca a los ojos de hada que tanto me impactó ahora los volvía a ver así de brillantes como la primera vez que los vi.

—Gracias...señor Agreste. —musitó mientras le entregaba la bandeja de vuelta —¿Quiere probar? Así se le subirá un poco la paciencia mientras espera su turno.

—Temo que no vamos a comprar—soltó Adrien tristemente. —Mi papá tiene prisa y no quiere hacer fila.

«Soplón» fue lo único que pensé.

Aunque se lo agradezco, prometí que aguardaría el año y en minutos estuve a punto de romper esa promesa.

—Está bien...l-los puedo atender primero—balbuceó Marinette—,después de que termine de repartir esta galette, es su recompensa por salvar la muestra gratis.

¿Me lo imaginé o me acaba de guiñar el ojo? Ni siquiera creo que haya sido a mí, miro a mi hijo y suspiro.

Estoy muy agradecido con Marinette de que nos hayan atendido primero, pese a los refunfuños de los que estaba en la puerta mucho antes. Tendrán que acostumbrarse a eso cuando se trata de Gabriel Agreste, a mí no me pueden tratar como a los demás.

En cuanto tengo el postre en mis manos me acerco a Marinette y le menciono que quiero tener una reunión con ella, ya sabrá el por qué cuando esté en la mansión Agreste en una semana. 

Belleza Parisina [Versión 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora