—No.
La respuesta salió automáticamente que hasta Nathalie se sorprendió y mi hijo expresó su decepción, hasta que incluso me explicó que había sido un premio que se ganó luego de pasar un día en el hotel Le Grand Paris haciendo un trabajo temporal con sus compañeros de escuela: es algo que suele hacer la escuela para mostrarle a los alumnos las responsabilidades laborales de un adulto.
—¿Nos disculpas un momento, por favor, Adrien?
Él salió de la cocina, Nathalie me miró con una mirada gélida, si estuviéramos en circunstancias inversas esa mirada me hubiera dado escalofríos en la espalda, pero en lugar de eso, se convirtió en una especie de batalla de miradas, no podía ceder ante esa mujer, qué clase de hombre sería que se deja convencer por una mujer.
—Señor ya lo hemos discutido...
—¿En qué se convertirá mi hijo, no lo has pensado? ¿Un concierto de rock? Si fuera al menos una Opera lo permitiría, esa música moderna que escuchan los jóvenes hoy en día les dañan el cerebro, son una mala influencia.
—¿Olvidó acaso sus años de juventud? —cortó Nathalie.
Respingué, por qué Emilie le tuvo que contar sobre mi vida a Nathalie; solía gustarme la música rock y el punk, era toda una liberación para mí de las reglas estrictas con las que fui creciendo hasta que un día al no convertirme en el hijo que mi padre quiso que fuera, él ya no tuvo otra alternativa, más aún cuando descubrió lo que tenía con mi maestra... Todo dio un giro para mí. Cambié demasiado desde entonces, ya no soy lo que solía ser.
—No quiero que mi hijo cometa los mismos errores—divagué. —Quiero que sea mi perfección, todo cuanto creo es perfecto, y él también, la imagen perfecta de mi marca...
—Es un muchacho, su hijo, no una máquina a la que le puede ordenar que puede o no puede hacer.
—Sé lo que es ser joven, sé lo que es tener dieciséis años, y todo lo que he hecho hasta ahora es para que Adrien no cometa los mismos errores que yo cometí en mis años de adolescencia, quiero que sea un buen hombre.
—Deje de reflejarse en su hijo—labró. —Y déjelo vivir su vida, Emilie lo hubiera querido así.
Emilie, Emilie, ¿por qué siempre tiene que usar ese chantaje para hacerme sentir remordimientos por las decisiones que he tomado hasta ahora? ¡Yo soy el padre aquí! ¡Yo tomo las decisiones de mi hijo! No ella.
Me fui sin escuchar ninguna otra palabra de Nathalie. Le estoy permitiendo demasiado a mi hijo, lo dejo ir a la escuela, que hable con jóvenes de su edad y aun así quiere más, no puedo dejar que vaya a un concierto de rock a pesar de que eso signifique que se parezca mucho a mí de lo que pensaba; no, es por esa razón que no quiero que vaya, si él se parece a mí entonces con más motivo deseo que Adrien se convierta en el hombre que siempre debía ser.
Sé que Emilie lo hubiera entendido, tengo que conseguir que mi hijo sea perfecto.
Nunca antes había visto a mi padre tan decepcionado de mí, había lanzado toda su ira hacia todo lo que detestaba, que incluso rompió el disco de vinilo de una banda de rock que estaba escuchando. No le gustaba que fuera así, pero en estos momentos tenía unas ganas de enorme de ir en contra de todos sus deseos. Quería buscar quien era realmente pero mi padre no veía nada de eso, era dañino y me hizo creer que así era.
—¿Por qué no eres como aquellos compañeros de tu escuela, educados, refinados, de alta alcurnia?
Daba todo un sermón del por qué no debía ni vestir como estaba vestido, parecía ropa barata y sacada de un basurero según él. No quería que nadie pensara que los Agreste éramos pobres; ni siquiera vivimos como personas decentes, si me vieran vestido como un motociclista punk ¿qué más daría?
ESTÁS LEYENDO
Belleza Parisina [Versión 2]
Fiksi PenggemarGabriel Agreste es un famoso diseñador de modas, la vida le ha dado un duro golpe por la muerte de su esposa, la soledad de no tenerla con el amor que le tenía lo esconde tras esa máscara de vida perfecta. La pérdida de su esposa lo ha convertido en...