CAPÍTULO 29

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Por si alguien se ha saltado Supernova: Parte 2. Kaywest es un protector para Anders y la tripulación, es decir, lo que los va a proteger de ser malditos de nuevo.

'Agujero negro'

Anders.

La inquietud de Kaywest me da dolor de cabeza. Revolotea a mis alrededores como si estuviera loca, dando vueltas alrededor de mi rostro y yendo de aquí para allá como si tuviera hormigas en el culo.

—Kaywest, —le habla Mafrino tratando de detener su hiperactividad. —vas a marear a Anders.

—¡Estoy feliz! —chilla la protectora moviéndose por el amplio salón. —¡Tengo por fin unos nuevos dueños!

—¿Por fin? —cuestiono haciendo énfasis en que parece que ya ha tenido más antes.

—Sí, —aclara ella quedándose quieta por unos segundos frente al fuego de la chimenea. —llevo desde 1867 descansando, desde el día en que Amelía Thompson falleció.

Arrugo la expresión cuando el nombre se me hace famoso.

—¿Amelía Thompson? —farfullo extrañado. —¿La hija de...?

—Sí, la primogénita de Marylin Thomspon. —completa ella por mí. —Descendiente bastarda de la monarquía Diphron por parte de Mercy Diphron.

—¿Eras su protectora? —cuestiono completamente sorprendido.

Se gira mirándome con sus enormes ojos negros.

—Lo era de su madre: por consiguiente, lo fui de ella al Marylin fallecer. —explica. —Pero mi relación no era tan profunda con la marinera como lo fue con su hija: pues con ella estuve solo un año, ya que me creó en 1788, un año antes de morir.

—¿Y cómo fue? —le pregunto intrigado y con curiosidad, volviéndome deseoso de saber.

—La acompañé a ciertas misiones, —me cuenta. —fui testigo de los embrollos familiares en los que andaba metida por culpa de ser la madre de la hija no deseada de Mercy. Cuando me creó, Amelía tenía dos años y cuando se animó a poner la querella contra el rey por no hacerse cargo de su hija, apareció muerta.

—¿Crees que la mataron? —musito con la curiosidad corriendo excitada por mis venas.

—Lo creo no: la mataron. —afirma. —De ahí, acompañé a Amelía cuando la mandaron a vivir con sus tíos en Port Douglas. Luego ella murió de una enfermedad, y yo pasé a descansar.

—¿Y cómo es que os reencarnáis?

—No es una reencarnación, capitán. —me corrige. —Descansamos en el Edén de los Protectores, una especie de limbo fantástico donde todo es relajación, amor y paz. Cuando la persona a la que protegemos muere, somos enviados allí directamente hasta que se necesita de uno de nosotros de nuevo en la Tierra.

Frunzo el ceño. Sus palabras me tienen con sorpresa, expresándose por sí sola.

—¿Está... fuera del planeta?

—Se encuentra en la Espesura de Dvarka, ese supuesto sistema de planetas donde vivimos junto al Sol, Mercurio, Marte... O eso nos han hecho creer, vaya. Muchos creen que simplemente nos duermen y con poderosas máquinas nos meten a ese limbo en nuestra mente.

—¿Quién?

—Pues no lo sé. —comenta. —¿El Gobierno, igual? ¿Las Casas de Brujas, tal vez? Nadie lo sabe.

Los pasos que se oyen bajando las escaleras cortan nuestra conversación. Me giro, hallando a Marino bajar las escaleras que no sé cuando había subido.

MAR DE CORAZONES ✓ [MAR 2 ©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora