CAPÍTULO 28

27 1 0
                                    

Supernova Parte 2.

Anders.

—Debemos crear unos protectores, Anders. —me dice Marino Tártaro y lo miro como si estuviera hablándome en amárico.

—¿Protectores? —farfullo extrañado. —¿Para qué sirven?

—Los protectores son los que impedirán que os maldigan de nuevo. —me explica. —Debemos crear uno con algo de esencia de todos vosotros, y cuando lo hagamos, tendremos que hacer un conjuro para personificarlo y darle energía. Es importante hacerlo ya: tienen un tiempo de maduración de cinco días y es mejor que nos cubra desde el momento en el que terminemos la maldición.

—¿A qué te refieres con esencia?

Se echa hacia atrás para volver segundos después con un bote en la mano.

—Debes recoger, por lo menos unos mililitros de sangre de todos tus tripulantes.

—¿Sangre? —musito asqueado.

—Sí. Te aseguro que será muy poquita, pero con eso lograremos personificar la protección. Será una especie de humanoide que siempre os seguirá a todas partes. Solo los que pongan sangre y el creador, es decir, yo, podrán verlo. Os protegerá de todas las maldiciones que quieran poneros, tiene una duración de 100 años de vida y es prácticamente inmortal. Cuando os intenten maldecir, pasará un día enfermo. Esa es la señal de que alguien intenta maldeciros. Simplemente hay que darle un alimento que pida

—¿Y como consigo sangre? Tal y como está la situación ahora con la tripulación...

—Dásela a Craber y que la consiga él.

La sola mención de su nombre me hace doler el pecho un poco. Intento disuadirlo, entenderlo, comprender que él también anhela poder pero pisotearme a mi, su mejor amigo, por conseguirlo...

Parece que hemos intercambiado posiciones: ahora él es el capitán Monterrey y yo soy el navegador que hace sus tareas.

—Perfecto. —contesto volviendo a la conversación. —En un rato vuelvo y tendré el bote con ella.

—Ah, y tranquilo: la sangre de las embarazadas ya lleva sangre de sus bebés.

Asiento sonriente, tomo el bote y la pequeña aguja y salgo de su casa, bajando hasta el barco donde hallo al nuevo capitán examinando la zona de navegación.

Craber roza con sus dedos los bordes dorados del timón, deteniéndose al instante al verme. Ha pasado un día desde que es capitán, no hemos hablado de absolutamente nada en todo este día y no tengo pensado hacerlo. Prefiero dejar las cosas así: él a lo suyo y yo a lo mío.

—Craber. —lo llamo subiendo las escaleras.

—Oh, hola, Anders. —me habla sin mirarme a la cara. —¿Qué te trae por aquí?

—Es que... —le tiendo el bote el cual mira, a diferencia de mi rostro por el que no pasea ni por un microsegundo la mirada. —Marino me ha dicho que debemos crear un protector. Es una especie de ser que nos protegerá de ser malditos de nuevo, pero para eso necesita que le donemos unos mililitros de sangre, y como tú eres el capitán...

—Oh, claro. Gracias. —musita tomando el bote y la aguja. —¿Quieres venir conmigo a conseguirla? Yo no sé explicar eso...

—Si no te molesta...

No me sale decirle nada más. Ya no es lo mismo que antes: Craber sabe que lo que ha hecho ha estado feo, más habiéndome quedado a las puertas de mantener mi puesto y aunque trate de entenderle, me duele.

MAR DE CORAZONES ✓ [MAR 2 ©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora