- ¡Auch! ¡Me lleva! - chilló el joven rubio de los ojos verdes después de clavarse varias veces la aguja en los dedos - ¡¿Seré tan inútil que no puedo usar un hilo y una aguja?! - resopló, dejando caer su cuerpo en el respaldar de su silla frente al escritorio - Solo faltan dos días para el intercambio de regalos navideños en el colegio y no puedo hacer un simple bordado con su nombre.
- Tranquilo, Adrien - intercedió el Kwami de la destrucción al ver a su dueño brotándose el rostro con las manos debido a la frustración - Si no logras terminarlo a tiempo solo le compras un regalo y listo.
- No Plagg, no quiero comprarle un regalo que lo hizo alguien más... - respiró profundo, mirando de reojo la bufanda rosa pastel con puntos blancos sobre el escritorio - quiero hacer algo por mí mismo, además Marinette nunca me ha comprado un regalo porque los hace con sus propias manos y esto es lo menos que puedo hacer por ella, sobre todo, en esta navidad.
- Te entiendo, pero ve como tienes las manos y los dedos parece que no le caben otra curita - señalo el pequeño ser, observando como el chico tocaba sus manos lastimadas - Me preocupas que puedas lastimarte más de lo debido, solo piensa ayer casi no podías tomar tu bastón para pelear con el villano y qué pasaría si hoy aparece otro.
- Tampoco exageres, Plagg - negó, enderezando su cuerpo y tomado la aguja sobre la bufanda - Solo fue un ligero calambre por tener los dedos encogidos todos estos días y no me importa tenerlos así sabiendo que este es mi regalo para Marinette.
Adrien si darle más vuelta al asunto regresó a su lugar de trabajo a continuar bordando la bufanda, no quería darse por vencido esas noches de develo y las marcas de las agujas en sus dedos no serían en vano.
Sigilosamente una sombra colgante se hacía visible en una de las esquinas del gran ventanal de la habitación de Adrien, el cual este ni su Kwami se percataron de su presencia. Ladybug había llegado a la mansión Agreste a escondidas porque le preocupaba el estado del joven de los ojos verdes, desde hace varios días notó que sus manos estaban prácticamente cubiertas de curas y cada vez que le preguntaba siempre esquivaba el asunto o cambiaba de tema; pero no se quedaría con la duda así que esa noche fue a buscarlo para saber que sucedía.
Una dulce sonrisa se escapó de sus labios al escuchar toda la conversación, no podía creer que esas curas en sus manos eran productos de las agujas por cocer y bordar manualmente sobre la bufanda. La heroína deseaba tanto traspasar la ventana e ir directo hacía él para abrazarlo y decirle que lo amaba mucho por todo el esfuerzo que hacía por ella; pero prefirió no hacerlo, sabía que cuando a su novio se le metía una idea en la cabeza lo cumplía costara lo que costara.
- Te dejo trabajar, mi gatito - suspiró Ladybug con una lágrima derramada por su mejilla y su mano sobre su pecho - Te amo.
Después de unos segundos, la heroína del traje rojo dejó el ventanal para dirigirse a su casa y esperar ese día tan ansiado del intercambio navideño. En cambio, Adrien pese a su cansancio por no dormir bien no quería dejar de bordar la bufanda a último momento así que decidió aprovechar esos dos días restantes para terminarla.
Al día siguiente, el de los ojos verdes notó muy extraña a Marinette porque había dejado de insistir con la misma pregunta de las curas en sus manos, simplemente las tomaban y sonreía para él como siempre lo hacía. Por un momento llegó a pensar que sabía lo que estaba haciendo con la bufanda porque conociéndola nunca dejaba algo sin saber la verdad pero desestimó la idea, ya que como delegada de la clase estaría ocupada con la decoración navideña y no tendría tiempo para averiguarlo.
El día del intercambio había llegado; mientras tanto, Adrien se había quedado dormido sobre el escritorio con la bufanda a su lado. El sonido del despertador provocó que abriera lentamente sus ojos verdes y recobrando el sentido después de la desvelada. Se levantó al observar la bufanda rosa con el bordado de su nombre terminado, tal vez no era perfecto pero solo imaginaba el rostro de felicidad de su novia al darle el regalo que él mismo había hecho. Era algo tarde y solo le faltaba empacar la bufanda; sin embargo, sus manos y dedos le dolían un poco. Él había realizado un gran esfuerzo, pero un simple dolor artrítico no le impediría disfrutar ese gran día.
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Malvaviscos navideños [Navidad Miraculous] Navifics
FanfictionLa navidad llegó a París y con ello el amor que se expande a través de una luz, una época donde el amar y el compartir con nuestros seres queridos son nuestras prioridades, pero ¿Qué tanto estarán dispuestos nuestros personajes para iluminar a quié...