Una leve nevada caía sobre la pista de patinaje al aire libre cerca de la Torre Eiffel. El lugar era iluminado por los árboles navideños de varios colores y otras decoraciones que sin duda motivaba a los personas a patinar, sobretodo, a las parejas que querían congelar su historia de amor.
Kagami dirigió su mirada a aquella pista donde veía a dos niños intentando practicar sobre el hielo, no podía evitar reírse cuando uno de ellos comenzó hacer malabares con sus manos y caer de bruces contra el hielo. Pese a la graciosa escena, la japonesa que lucía un hermoso abrigo rojo y unos patines color blanco, entró la pista hasta donde se encontraban los niños.
- ¡Hola, niños! - saludó, mientras la niña levantaba con esfuerzo al niño y caer nuevamente.
- ¡Hola, señorita! - secundó el niño que estaba sentado en el hielo lleno de frustación.
- Veo que necesitan ayuda por la forma que caes al suelo - se refirió Kagami, dándole una mano para que se levantara.
- Le digo a mi hermano que yo le quiero enseñar a patinar pero él no se deja, a cada rato se cae - dijo la niña.
- ¡Si quiero aprender! - vociferó el niño que sentía sus piernas flaquear - ¡Solo eres una mala maestra!
- Ella no es una mala maestra - aclaró la del cabello obscuro, dirigiéndose al niño - Solo aprende a escuchar lo que te dicen y ejecútalas. Por ejemplo: Tu problema está en el equilibrio, cuando entres a la pista mantienes tu centro en el mismo punto - explicó, haciendo el ejemplo con su cuerpo - la cabeza y el trono debe estar alineados, si lo deseas puedes extender los brazos y recuperar el equilibrio.
El niño se sentía confundido por la explicación de la japonesa pero decidió acatar su consejo. Al principio su levantamiento fue algo torpe que se desplazaba de un lado a otro, pero poco a poco encontró su eje y empezó a caminar lentamente. Una enorme sonrisa salió de los labios del niño cuando daba sus primeros pasos sin caer; los dos niños se fueron sosteniéndose entre los dos hacia donde estaba su mamá, sin antes despedirse de Kagami.
La japonesa regresó a la orilla; de pronto sus ojos se engrandecieron al ver a la persona que la esperaba, ese chico rubio de ojos verdes vestido con un abrigo café, el cual prometió acompañarla en esa noche.
- Hola, Kagami - expresó Félix con una dulce sonrisa - Veo que tienes alumnos para enseñarles a patinar.
- No digas tonterías - ironizó, cruzando sus brazos - solo les di un pequeño truco para no perdiera el equilibrio y aprendiera mejor a pararse sobre el hielo.
- Ya veo - asintió el rubio - Ahora puedo saber ¿Para qué me pediste que viniera aquí?
- ¿No lo adivinas? Para patinar los dos solos.
- ¿Patinar? - cuestionó - Lo siento pero no puedo hacerlo.
- No te creo - dijo dudando - se supone que el famoso Félix Fathom sabe desarrollar cualquier deporte, hasta el patinaje sobre hielo.
- ¿Y por qué en lugar de decirlo en lo que soy bueno no me enseñas a patinar? - le preguntó, acercándose lentamente hacía su rostro - Tú fuiste la maestra de esos niños ahora también quiero que seas la mía.
- ¿Seguro que quieres que te enseñe?
- Tú y nadie más quiero que lo haga.
Una sonrisa burlona vino de parte de los dos; Kagami aceptó su propuesta y le pidió que se colocará los patines. Ambos entraron a la pista y la chica no pudo evitar reírse al ver las piernas de gelatina de Félix; sin duda pensó que era cierto y que él nunca lo había hecho antes.
Kagami lo tomó por las manos y le explicó que debía hacer para mantener el equilibrio. A los pocos minutos, Félix podía tener su cuerpo equilibrado y dando unos pequeños pasos; seguidamente, ella le pidió que avanzara mientras retrocedía para que lograra superar la primera lección. Pero de repente, hubo algo que distrajo a Kagami que sin darse cuenta cayó de espalda hacía el hielo.
- ¡¡Kagami!! - Félix corrió había ella, asustado - ¿Estás bien? ¿No te duele nada?
- Eso creo - exclamó al tratarse de levantar, pero un dolor fuerte en su tobillo se lo impedía - ¡Ay! ¡Ay! ¡Mi tobillo! No puedo moverlo.
- ¿Crees que puedas aguantar hasta que lleguemos a la orilla? - le preguntó, pero su rostro lo negaba - Ni modo, tendré que llevarte cargando.
- ¿Qué? No vas a poder apenas sabes patinar puede ser peor si caemos los dos - expuso la japonesa - Mejor déjame aquí y busca a alguien.
- Sabes que nunca te voy a dejar sola y aunque no quieras te llevaré - El rubio la tomó entre sus brazos y espalda, levantándola lentamente - ¿Estás cómoda?
Kagami asintió con la cabeza, pero a los pocos pasos que daban se dio cuenta que Félix si podía patinar:
- Eres un mentiroso, si sabes patinar - le dijo la de los ojos rasgados, sujetándose del cuello de Félix - ¿Por qué me dijiste que no sabías?- Dije que quería aprender contigo, nunca dije que sabía - afirmó, ladeando una sonrisa - Además, todo lo que venga de su majestad lo quiero aprender, su forma de enseñarme el mundo, la forma de su mirada bajo las luces navideñas. Todo lo que sea de ti quiero aprenderlo, mi reina.
La luna comenzó a brillar y una lluvia de copos de nieve caía sobre ellos; formas de agua cristalina se mezclaron entre sus miradas verdes y cafés como si el tiempo se congelara y ese momento mágico nunca se terminara. Un beso inocente de Félix fue depositado en la helada nariz de Kagami y un latido explosivo surgió entre los dos; mientras llegaban a la orilla de la pista, los copos de nieve los cubrían y un abrazo más fuerte de la joven provocó que sus corazones se conectaran para sellar ese momento con hielo.
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22 de diciembre del 2022
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Malvaviscos navideños [Navidad Miraculous] Navifics
FanfictionLa navidad llegó a París y con ello el amor que se expande a través de una luz, una época donde el amar y el compartir con nuestros seres queridos son nuestras prioridades, pero ¿Qué tanto estarán dispuestos nuestros personajes para iluminar a quié...