5- Ideas revueltas que forman corazones.

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-Buenos... Días.- Roberto se había encontrado con su primer cliente del día y no era nadie menos que Diego.

No siempre pide lo mismo, pero siempre lleva dos libretas, una computadora y sus audífonos.
Varias veces lo ha visto escribiendo quien sabe que, pero se ve que le estresa.

-Buenos días.- Contestó el desaliñado escritor. -¿Ya sirve la máquina para la leche?.-

-¡Ah! Si, si.- Le sorprendió que recordara ese detalle.

Justo ayer se había roto la máquina que batía y calentaba la leche, fue un caos.
Pero afortunadamente su mejor amigo la había arreglado en dos minutos.

-Entonces pediré un flat white.- El hombre sacó su cartera, dándole al barista el dinero exacto.

Roberto volvió a sorprenderse.

Poca gente sabe exactamente el menú y exactamente el precio. Este hombre es muy bueno memorizando cosas.

-Eres bueno recordando cosas.- Tomó el dinero, dejándolo en la caja registradora.

El cliente le sonrió, se veía algo avergonzado y ruborizado.

Y entonces el barista le dio el ticket para después comenzar el pedido.

Colocó exactamente dieciocho gramos de café molido, lo apretó y colocó en la máquina.

La taza comenzaba a llenarse del líquido, así que Roberto empezó a crear la leche espumosa.

Diego se asomaba suavemente por encima del mostrador, le parece interesante ver el proceso del cómo se hace el delicioso néctar que estaba a punto de degustar.

Pero a Roberto esto no le interesaba, está acostumbrado a las miradas curiosas.

Y al fin, el flat white salió. 

El cliente se acercó a la barra en cuanto vio al pobre barista batallando con aquella tacita, tratando de que nada del contenido se cayera.

-Diego, te llamas ¿No?.- Le preguntó, antes de que llevara su café a su mesa.

-Entonces, tú también eres bueno recordando cosas.- Le dio una cálida sonrisa.

Le devolvió la sonrisa, viendo como se sentaba en su habitual mesa, la mesa dos.

Pronto llegaron más clientes, una pareja las dos chicas pidieron un capuchino uno descafeinado y otro con leche entera, un estudiante que pidió un café negro y Roberto sintió su dolor.

Exámenes parciales, que felicidad que ya no tenga que sufrir esa mierda.

Pero Roberto no prestaba atención a la pareja ni al estudiante, solo veía de reojo lo que hacía Diego.

Pues el suéter de lana y los lentes que llevaba lo hacían más interesante y los dedos paseándose rápidamente por la computadora le dan curiosidad.

Se acercó a su mesa, sutilmente, fingiendo barrer el suelo cuando en realidad no había nada que barrer.

-¿Es un libro?.- Dijo Roberto en voz baja.

Diego asintió, mirándolo a los ojos.

-Pronto estará terminado, pero aún así me da ansiedad.- Frotó sus brazos, sonriendo nerviosamente.

-Pues, yo amo leer, puedo ser tu "Beta reader" ¿O cómo se llama eso?.- El barista sonrió.

Beto colocó su mentón en el palo de la escoba, observando lo que tenía en su mesa.

Notas de la misma historia, cómo se llaman los personajes, que les gusta hacer, cuántos años tienen y más...

-Es una buena propuesta.- Le sonrió él casi escritor.

Roberto se puso recto, devolviéndole la sonrisa.

-¿Lo dices en serio?.- Preguntó el barista.

-Claro que lo hago.- El escritor se quitó los lentes, dejándolos suavemente en la mesa.

-Entonces... Cuando lo termines hay que tomar un café y comentar sobre ello.-

Roberto y Diego se veían a los ojos, tratando de descifrar si el otro también pensaba que era lindo.

Y vaya que lo hacían, solo que en aquellas miradas que ambos compartían habían más nervios que nada.

-¿No quieres...?.- Diego vaciló la última parte de la pregunta, pero finalmente lo dijo -Sentarte... Solo si no tienes trabajo, claro, no quiero causarte problemas.- Se puso nervioso, temblaba entre palabras y una sonrisa ladeada se le asomaba.

-¡Si! Ya hice todo lo que tenía que hacer ayer y hoy solo... Bueno atender clientes.-

Roberto dejó la escoba a un lado y se sentó frente al escritor.

-La historia es algo de terror, es un hombre que secuestra a otro pero después de un tiempo se llega a enamorar de su víctima, empieza algo turbio pero termina con...-

El barista se apresuró a interrumpirlo.

-El final no...- Soltó una risa.

-Bueno, bueno...- Siguió su risa. -Tengo más ideas... Unos amigos de la infancia que poco a poco se enamoran pero luego uno se va de la ciudad y entonces...-

-Te gustan las historias homosexuales ¿No?.-

El comentario de Roberto hizo carcajear a Diego.

-Bueno eso es verdad... Supongo que uno escribe de lo que mejor conoce.-

Y entonces Roberto entendió el coqueteo, entendió los ojos discretamente dilatados de su compañero y entendió la postura totalmente interesada en la conversación.

-Ya veo...- Le seguía sonriendo.

Y esos dos hombres no se pudieron quitar los ojos de encima, uno medio escribía el libro que usó como excusa para hablarle al otro mientras que el barista prestaba atención a las manos del escritor.

Poco le importaba a Roberto si algún cliente entraba, pues estaba a punto de escribir una historia junto al creador de esta.

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One-shots ; SFW ; Robarca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora