...y es sólo el principio.

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Quiero desbordar mi perversión entre tus piernas.
Compaginar tus gemidos con los míos.
Arañar tu espalda desnuda,  descubierta frente a mis ojos.

Quiero privarte del sentido de la vista
y, con el tacto de mi cuerpo entero, hacerte ver un mundo que ya conoces,
pero que conmigo no será igual.

Quiero corregir cada uno de tus errores con un azote
y sentir la humedad
que te provoca cada uno de ellos.
Sentirte gemir cerca de mi oído.
Desmontarme la mandíbula,
solo por el hecho de probarte sin usar las manos;
y usarlas cuando mi instinto carnal y dominante me lleve a agarrarte el cuello y acercarte a mí para corrernos juntas.

Quiero drsatar mi perversión contigo y tú quieres que lo haga.
Me lo piden tus ojos...
...y esto es sólo el principio.

Mujeres a mis espaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora