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Durante sus primeros cinco años la cuide y protegí de todo lo que pudiera hacerle daño; desde caídas hasta mordidas de animales y bichos.

No deje que nada malo le pasará.

Con el pasar del tiempo, hice que pudiera verme. Fui su amigo imaginario hasta los nueve años. Jugábamos, reíamos, paseabamos juntos por el parque, veíamos películas, hacíamos travesuras en su casa.

Pero nunca de los nunca deje que me tocará; y resistí el impulso de hacerlo yo. Una y mil veces luche contra las ganas de refugiar su pequeño cuerpo en un abrazo.

-Mamá dice que tengo que estar muchos días aquí. -le alcance su peluche favorito mientras estábamos sentados en su camilla del hospital.

De nuevo volvió a suceder; jugábamos en el patio de su hogar y se desmayó de la nada, hace dos años había pasado lo mismo, pero los doctores dijeron que era falta de alimentación.

Y ahora están en espera de unos análisis para saber si está en una posible anemia o leucemia. Nada me dolía más que verla conectada a esas cosas raras, verla vestida con esa bata fea y verla dormir en esa fría superficie.

Nada me dolía más que pensar que debo hacer mi trabajo, hacer que deje de sufrir.

-Estaré aquí contigo, Lu. Cuando salgas de aquí, iremos al parque, nos subiremos a todos los juegos y alimentaremos a los patos que vimos la otra vez. ¿Qué te parece?

-¡Sí! ¡Sí quiero, Tod! -brincó abrazando fuertemente a su peluche y seguí su emoción sonriéndole como nunca le he sonreído a nadie en toda la eternidad.

******

Dí un gran suspiro antes de tocar la puerta y recibir su permiso para entrar con él. Se veía igual que última vez que lo ví; intimidante, serio, concentrado en esa pila de agua que siempre estaba observando.

-Ya habíamos hablado de esto, Tod. Tienes que tocar a Luna para que venga al paraíso.

-Lo sé, pero... no puedo, te juro que no puedo.

-Tú padre vino a hablar conmigo; en pocas palabras me dijo que si no te hago entrar en razón, tomara de nuevo su lugar. Y sabes que no me gustaría para nada que eso suceda.

Existieron épocas en dónde mi padre asesinaba sin justificación a demasiadas personas, más de las que se podrían contar en un solo día. Culparon a enfermedades, a virus y a desastres naturales para justificar los actos de mi padre.

Aunque debo decir que no todo el tiempo fue de esa manera; algún día tuvo un corazón, tal vez muy pequeño, pero lo tenía.

Deseaba con fuerzas que volviera a ser el que era antes. No el ser malévolo al que todos conocen.

-Yo hablaré con él.

-Muy bien; pero el asunto de Luna no se va a discutir más, Tod. -me miró por unos segundos antes de acercarse a mí y tomarme de los hombros. -Ambos sabemos lo que pasa, pero entiende que es imposible. No puedes quedarte con ella.

«Te quiero, Tod» (complete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora