–El doctor le envió los resultados ayer a mí papá. –dos días después volvimos a salir a la calle, Lu se veía mejor, ya casi no lloraba, solo... se mostraba ausente. –Y no me los quiso enseñar... ¿Estás seguro que no tengo nada en mi cuerpo?
Sabía lo que sus padres vieron en esos resultados y no lo ví venir... Fue tan inesperado, apareció tan de repente, como si fuera un maldito virus incurable, manchando todo su cuerpo; dañandolo, matándolo.
La enfermedad volvió a su cuerpo; la leucemia volvió, y parecía ser avanzada... Prácticamente incontrolable.
–Realmente... No sé si yo debería decírtelo, no me concierne, Lu.
–¿Tengo VIH? ¿Si estoy embarazada? –preguntó sobresaltadose y haciéndonos detener en la esquina de una calle.
A veces me preguntó si la gente la trata de loca por hablar sola por la calles. En fin.
–No, no. Estás limpia, ya te lo había dicho. No dudes de mí.
–Ya sé que tú nunca me has dicho mentiras, solo estaba asegurándome. –volvió a caminar dejándome con una incómoda sensación. Ella confía en mí, por Dios.
–¿Estás manipulándome, Lu?
–Más o menos. Ahora dime, el que me lo digas tú ahora o mis padres después no cambiará nada... Creo.
–Es que... Realmente no quiero decirlo.
–¿Es malo? –llegamos a la misma banca de la otra vez, se sentó y quedé frente a ella; su mirada me demostraba preocupación, tal ves un poco ansiedad. –Por favor, Tod, dime.
–Tú... La enfermedad volvió, Lu.
Frunció su ceño y recargó todo su peso en el respaldo de la banca de metal. Suspiró y no dijo nada por los siguientes cinco minutos, pero claro que podía saber en qué pensaba.
"¿Voy a morir?"
–¿Me voy a curar? –no dijo lo que pensaba, pero se relacionaba bastante. Jugó con sus manos en su regazo y sus ojos comenzaron a retener lágrimas que pedían a gritos salir. –¿Tod?
–No lo sé.
–¡Sí lo sabes! ¡No te atrevas a mentirme! –gritó tirándome sus llaves en el pecho y suspiré. Recargó sus codos en sus rodillas para poder esconder su cara en sus manos... Lloraba, y era mi culpa.
–Lu, las personas te están viendo, por favor, tranquilízate.
–¡Me vale mierda la gente! ¡Quiero saber si me voy a morir o no!
–Vamos a casa, Lu. Por favor.
–¡No! ¡Ya dime, maldita sea! –en un arranque de enojo avanzó a mi, pero alcance a desaparecer antes de siquiera rozarla. –Por favor, dime... –se dejó caer en el suelo, llorando desconsoladamente, arañando el suelo para controlar su dolor... –Por favor, no quiero morir.
¿Cómo podría decirle? ¿Cómo podría decirle que esta vez nada podría salvarla? Ni siquiera yo.
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«Te quiero, Tod» (complete)
Short StoryHabía presenciado y ocasionado millones de muertes, justas e injustas, en todas partes del mundo. Pero ella tenía algo que me causaba curiosidad; tenía algo diferente que no sé cómo explicarlo con palabras. Solo sabía que a ella no la quería tocar...