Semanas después.
–Por favor vuelve. Te necesito, por favor. –había visto a millones de mortales llorar por todo; por amor, por la muerte de alguien, por dolor físico, incluso por felicidad. Pero verla llorar a ella era tan diferente, tan insoportable... Tan doloroso.
Y por supuesto, mi rabia coronaba en ese remolino de emociones; porque lo había visto todo, porque pasó justo como lo había dicho. Lu le dijo que lo quería, que le gustaba mucho, que era el chico perfecto para ella. John le hizo el amor, en esa misma cama dónde ella lloraba, dónde su corazón estaba hecho trizas y trataba de estar fuerte para la única persona que le necesitaba, ella misma.
Estaba enojado con Luna, cómo no estarlo. Pero ganaba más el odio que ahora mismo tenía por ese hijo de puta que se atrevió a romper un corazón tan sincero y bonito como el de mi niña.
Pero esto no se queda así.
******
–Limpia tu cara y vayamos al parque, anda. –le dije cuando dejó de llorar tenía su mirada perdida en el techo de su habitación. –No tienes que llorar por esa basura, Lu.
–Tod... –suspiró para dejar que más lágrimas salieran, corrió hacia mí y antes de que pudiera refugiarse en mis brazos, me alejé. Eso solo hizo que llorara más.
–Lo siento, pero sabes que no podemos, Lu.
–Pero, Tod... Te quiero abrazar, por favor. –el llanto volvió, perdió fuerza en sus piernas y terminó sentada en el suelo, junto a los pies de su cama. –Tú no sabes cuánto duele... Él me gustaba mucho y solo me dejó tirada.
–Vamos parque, Lu.
–No quiero.
–No puedes estar aquí toda la vida, te prometo que dejara de doler, pero ahora vamos al parque. –me acerqué a ella con el oso en mis manos y golpeé su cabeza con las patas del peluche, despeinandola de paso y haciendo que soltará una risa leve.
******
–¿Dónde estuviste?
–En casa.
–¿Cómo es tu casa? –le lanzo más verduras a los patos frente a nosotros, los animales se volvieron locos de nuevo y ella parecía disfrutar el verlos pelear por un rato. –¿Color rojo, con llamas y todo el tiempo hace calor?
Su duda me hizo reír un poco y la miré con burla. ¿Cómo puede pensar que mi casa es así?
–No, así no es.
–Es el infierno. Así debe ser. –se encogió de hombros poniendo la bolsa vacía a su lado y luego metió sus manos a su abrigo.
–Es color negro, casi gris... En realidad parece un tipo de instalación inteligente, como las que salen en las películas.
–Suena bastante diferente a como lo imaginamos aquí... Creo que quiero conocer tu casa, a tus padres también, deben ser igual de buenos que tú.
–Sí, bueno... Eso lo veremos después, Lu.
¿Cómo podría presentarle a mi padre? Dios, la mataría en cuanto pusiera un pie en ese lugar. De mi madre no tendría mayor problema, creo que ella la amaría, pero es muy imposible que eso suceda.
–¿Hablaste del tema con tus padres?
–Sí. –asintió haciendo un puchero en sus labios, como si no fuera agradable recordar esa escena. –Papá me dijo que rezará porque no estuviera embarazada o contagiada de algo porque no me ayudaría. Mamá fue más comprensiva, pero como siempre, no puede llevarle la contraria a su esposo.
–¿No se iban a separar?
–Mamá está embarazada de nuevo. No sería bien visto que papá la dejara embarazada, sobre todo por la abuela, ya sabes.
–La herencia.
– Exacto.
–Yo te puedo decir ahora si tienes... Algo.
–¿De veras? –asentí sonriéndole de lado y ella espero a que hablara.
–No te preocupes, no tienes nada en tu cuerpo... –suspiró limpiando una lágrima solitaria viajó por su mejilla izquierda y no terminó su recorrido por culpa de su mano. –El nuevo bebé de tu familia será una niña... Se parecerá más a tu padre.
–¿Será rubia?
–Así es. Y tendrá el color de ojos de tu madre, así como tú... Será muy traviesa, también.
–Bueno. –dijo recargandose completamente en el respaldo de la banca verde de metal, viendo distraídamente al cielo decorado con nubes color gris.
–¿Tú... No estás feliz por tu hermana?
–No lo sé.
–¿Por qué? ¿Estás segura que no sabes? –la ví torcer su puchero con indecisión, se sentó de modo en que me miró de frente y suspiro antes de hablarme.
–¿Puedes ver el futuro?
–No... Solo fragmentos del destino, ¿por qué lo preguntas, Lu?
–¿Puedes decirme si... ella será feliz?
–¿Cómo feliz? No entiendo, cariño.
–Feliz... Conmigo, con ellos como papás... Quiero saber si ella será más feliz que yo.
–No lo sé, Lu.
Pero por supuesto que lo sabía... Lo sabía todo de todos; pero cómo podría decirle que sus padres amarán más a esa bebé nueva, que la cuidarán más que a ella, que la harán más feliz que a ella.
No podría decirle, no podría darle un motivo más para estar triste.
******
Cuando regresamos a casa, sus padres cenaban en el comedor principal, ella solo los miró, observo cómo comenzaban a buscar muebles para la habitación del bebé, buscando ropa y juguetes que se adaptarán a niño y niña; ellos aún no sabían el sexo así que optaron por los colores amarillos.
–¿A dónde fuiste, mi niña?
–Al parque, ma'
–¿Quieres cenar? Hize pollito empanizado, tu favorito.
–Tal vez más tarde, casi acabo de comer. Gracias. –hizo el ademán de regresar por su camino hacia las escaleras pero la voz de su padre detuvo sus pasos.
–¿Ya fuiste al doctor?
–Mañana iré.
–Bien.
Se quedó unos segundos mirándolo con sus ojitos tristes, bajó la mirada a sus zapatos y sin decir nada más fue a su habitación.
–¿Puedes dormir hoy conmigo?
–Claro, Lu. Te cuidaré.
–¿Acaso tú nunca duermes? –negué moviendo mi cabeza y tirándome en el pequeño sillón rosa que tenía al lado de su ventana. –Te pierdes de una de las mejores maravillas de la vida.
–Entonces espero que duermas más y no te desveles como últimamente lo haces.
–Bueno, está bien... Pero no prometo nada.
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«Te quiero, Tod» (complete)
Short StoryHabía presenciado y ocasionado millones de muertes, justas e injustas, en todas partes del mundo. Pero ella tenía algo que me causaba curiosidad; tenía algo diferente que no sé cómo explicarlo con palabras. Solo sabía que a ella no la quería tocar...