Cap. 2 - Charlas

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Charlas.

Los días sin Ava son eso; días sin Ava. Pero con Ava. Beatrice ha desarrollado una especie de comunicación con un fantasma que su mente genera en diferentes momentos. A veces parece tan real que su corazón se encoge cuando se da cuenta de que solo se trata de su mente.

Ella es consciente de que no es lo más sano del mundo, pero la ayuda a sobrevivir. Por el momento eso parece prioritario, atender su salud mental y cuestionarse sobre la forma de afrontar su duelo es algo de lo que tendrá que preocuparse después. La primera vez que sucedió fue en el aeropuerto, había estado parada más de 1 hora observando la pantalla azul que marcaba los vuelos para ese día y su mente divagaba sobre cual posibilidad podría ser la correcta. Era la primera vez que Beatrice no tenía las cosas planeadas y no sabía exactamente cada detalle de lo que tenía que hacer, eso suponía un nivel de estrés adicional a su gran hazaña de abandonar el convento para vivir su vida.

La voz de Ava apareció unos minutos después de contemplar la idea de comprar un vuelo a suiza.

"No, no... ya fuimos a suiza. La idea siempre es conocer lugares nuevos, además es un lugar frio y no creo que necesites preguntas que serían un poco difícil responder"

"Quizá podamos intentar un lugar como ... Dubai, eso suena interesante... podríamos considerarlo... aunque ¿sabes dónde nunca he estado? Bueno, ahora que lo pienso esa es una lista muy larga, mejor no trates de adivinar... ¡Nueva York!, por favor, por favor, por favor... Spiderman, Deadpool, Hulk... superhéroes que darían muy buenas reseñas del lugar... ¿sabías que Deadpool y Hulk son considerados antihéroes? los antihéroes si son héroes solo que no son perfectos, yo casi podría ser uno de esos... pero bueno, solo imagínalo... tú y yo, el tumulto de gente caminando por las calles, centros comerciales... restaurantes... la estatua de la libertad, ¡bares!... ok, no... no suena a ti, quizá en otro momento"

"No, ¡espera!, ya se, lo tengo, lo tengo, ¡lo tengo!... los cabos. Ahí se han filmado películas muy interesantes, hay playa... surf, podríamos iniciar un bar... comprar una pequeña casa a la orilla del mar, caminar por la arena cada tarde... oh si... es definitivamente el lugar correcto" "¿Podemos ir ahí?"

Podemos.

La segunda vez que sucedió iba montada en una bicicleta rumbo a la playa, lo cual parecía ser un trayecto fácil, un poco más de 20 minutos desde el hotel en el que se había hospedado. El viento que le pegaba en la cara era refrescante y la sensación que le daba la libertad y movilidad de la bicicleta era única. Beatrice sintió un nudo cada vez más opresivo en el estómago. Cuando finalmente entendió el por qué, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Cada ápice de felicidad o comodidad le recordaba la falta de Ava. A Beatrice le resultaba difícil conducir con los ojos llenos de lágrimas, pero no se detuvo, esperando que el instinto la llevara a la parte de la playa a la que quería ir. Condujo cerca de la banqueta, pensando que quizás de este modo estaría más segura, ya que no se encontraba alerta.

Se sentía exhausta, y se preguntó si tendría la energía para continuar con ese dolor que la calaba en lo más profundo de su ser. Todo esto de "Vivir su vida" tal y como lo predijo; no iba ser sencillo.

Al llegar al puente que marca la entrada a la zona de playa más tranquila, noto que había recuperado un poco el control de si misma, no por completo, pero lo suficiente para conducir y ver su camino. Bueno, al menos eso esperaba. Apenas había tráfico en ese lugar de Los Cabos, y tuvo tiempo para fijarse en desconocidos que se cruzaban con ella mientras transitaba la zona. En una pequeña tienda, un joven atlético estaba echando un vistazo dentro del capo de un vehículo rojo mientras un hombre, presumiblemente el dueño, permanecía de pie a su lado, observándolo. Dos mujeres empujaban dos cochecitos delante de la fachada de un restaurante que daba la sensación de ser bueno por la cantidad de personas que estaban consumiendo dentro del lugar. Delante de la gasolinera, un hombre ataviado con un traje impecable y un maletín en la mano caminaba a paso energético. Al doblar otra esquina, Beatrice vio a una chica reírse con fuerza mientras hacía ademanes graciosos con las manos. Algo en su apariencia o en sus movimientos le recordó a Ava y su estomago volvió a oprimirse otra vez. Se detuvo delante de un semáforo en rojo y vio la casa en venta justo al final de la cuesta. Aspiró hondo cuando la luz se puso verde y condujo la bicicleta despacio hasta que llego al garaje.

El Bar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora