Nuestro luto (Parte 2).

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Dolía más de lo que podría definir
y más de lo que pudo soportar.❞
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Había estado en un funeral antes, cuando apenas y tenía conciencia de sí mismo, en lo que hacía y lo que sucedía a su alrededor

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Había estado en un funeral antes, cuando apenas y tenía conciencia de sí mismo, en lo que hacía y lo que sucedía a su alrededor.

    Había sido de su madre.

    Aquella maravillosa mujer que le había enseñado lo mucho que una persona puede amar, lo mucho que la gente era capaz de querer. Y lo muy fuerte que podía ser una persona cuando todo se vino abajo o jugó en su contra.

    Qi Rong apenas y tiene recuerdos del imbécil que sólo era su padre por sangre, pero que jamás le demostró una pizca de cariño; ese tipo sólo le había demostrado lo muy horribles que también podía ser la gente, le había enseñado lo mucho que podía temer y odiar a alguien a la vez, así como lo capaz que era de odiar algo de sí mismo simplemente porque era una particular característica que sólo afirmaba el parentesco.

    Sus ojos verdes, tan vívidos como la esmeralda pero tan juguetones como un niño podía tenerlos.

    Hasta que su madre los llevó lejos de ese monstruo, Qi Rong conoció la paz que podía brindar una familia.

    Cuando conoció a su primo, recuerda vagamente lo maravillado que estaba de ser su familiar, de estar unido a ese niño y lo muy cercanos que podían ser sólo por ser familia.

    Los siguientes días son cosas que apenas y recuerda, incluso el funeral de su madre. Puede recordar una o dos cosas, como lo turbulento que había sido el ambiente por el escándalo que formó en todo el reino su partida, en especial por correrse el rumor de su amorío y haber dejado un niño detrás. Pero son tan alejados de su conocimiento que realmente ya dio por perdida esa parte de su vida.

    Sin embargo, sabe que a temprana edad conoció lo que era perder a su madre, quedando solo y a merced de sus tíos y primo, quienes eran su familia ahora y todo lo que le quedaba.

    Como compensación, su tía le había mimado a más no poder, concediéndole sus caprichos por más ostentosos que fuesen. Por supuesto que a veces hubo intentos de disciplinarlo, pero eso sólo desencadenaba en él otro episodio de berrinches que incluso él detestaba hacer.

    Desde que había comenzado a sentirse solo, siendo rechazado no sólo por los niños de las ciudades o pueblos cercanos a la capital, sino que incluso por su propio primo, había buscado diversas formas de conseguir la atención que quería. Quería enorgullecer a sus tíos tanto como ellos lo estaban de su increíble e incomparable hijo, pero simplemente no tenía todas las capacidades para ello, o incluso, para mantenerlo durante tanto tiempo.

    Fue educado casi igual que su primo, exceptuando el camino de cultivación, tal vez no destacándose en su generación en todas las artes o campos disciplinarios, pero sabía defenderse bien. Pero ni una buena nota hacía que sus tíos lo felicitaran genuinamente, casi todo hacia él parecía soso, a veces burdo y otras veces seco, casi como si fuera un deber felicitar sus logros.

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