Golden hour

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Parpadeo lentamente mientras observaba el plato de comida sobre la mesa, faltaban un par de horas para que Luzu llegara por él y no había podido probar un solo bocado de comida.

Estaba emocionado, sí.

Pero por alguna razón que no comprendía, se sentía pésimo. La comida no se veía para nada apetitosa y el simple pensamiento de comer le provocaba náuseas.

-Chingada madre.

Maldijo levantándose de la silla, ni siquiera hizo el esfuerzo por levantar su plato y se fue a su sofá dejándose caer en este. Cubrió su rostro con la almohada deseando que su frustración desapareciera, había mucho ruido en su cabeza, como si cientos de personas hablarán a su alrededor.

Sin entender ni una sola palabra de lo que decían.

Sollozó en silencio bajo el suave objeto, estaba cansado de vivir constantemente aquellas crisis. Deseaba con todas sus fuerzas probar la comida decentemente y ver la televisión sin tanta bulla en su cabeza.

Tan ruidoso.

Unos golpes en la puerta lo despertaron de su siesta, miró la hora y sintió el alma caerle a los pies

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Unos golpes en la puerta lo despertaron de su siesta, miró la hora y sintió el alma caerle a los pies.

La cita.

Se levantó de forma torpe y abrió la puerta sin detenerse a observar lo que llevaba puesto. Los ojos rubíes lo observaron con detenimiento.

-¿Estás bien?.- la voz aterciopelada del mayor lo sacó de su trance y fue ahí que cayó en cuenta de su apariencia.

Se había quedado dormido mientras lloraba, con su ropa negra deportiva. La vergüenza lo invadió y su rostro se volvió rojo por completo.

-Uh... Pasa, iré a vestirme rápido.

El castaño lo obedeció y cerró la puerta tras de sí, en silencio se sentó en el sofá y observo a Quackity que se removía nervioso, este se alejó rápidamente encerrándose en su habitación, su corazón latía como loco al saber que Luzu estaba en su sala. Se vistió con lo primero que encontró limpio junto a sus famosas botas.

Observó sus cicatrices y una mueca pintó su rostro.

No saldría con manga corta.

Rápidamente tomó una chaqueta y se la colocó, cubriendo así aquellas marcas que no quería que Luzu viera con detenimiento.

-¡Estoy listo!.- salió apresurado de su habitación y Luzu lo observó con una risita.

Lo vio levantarse del sofá acercándose a él a paso lento, tragó pesadamente cuando lo tuvo de frente, y se encogió cuando sintió la mano del mayor acariciar su cabello.
Notó que lo estaba peinando con delicadeza, dejando caer su mano al costado unos segundos después.

-Estabas despeinado.- dijo con una media sonrisa.

Quackity carraspeo nervioso y asintió alejandose de él, respirando pesadamente.

El aleteo de una mariposa | LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora