Cap 18 La barrera mágica

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Levanto con un arduo dolor de cabeza, sin llegar a comprender el porqué de este, mas unos débiles brazos que arropan mi espalda contra el pecho semidesnudo de Ilak.

-Buenos días- susurra ella enterrando su rostro en mi espalda.

-Buenos días Ilak-

Un par de segundos mas tarde, después de darme una ducha rápida, bajamos ambos a la cocina para desayunar.

Un par de gofres para ella con chocolate por encima mas una frambuesa al lado del plato, en cambio, decido beber medio vaso con sangre de animal, quizá de zorro, no obstante, no tengo el apetito.

-¿Estás seguro que no quieres nada más?- pincha con el tenedor un poco de su gofre mordisqueado y lo zarandea delante de mis ojos.

-No gracias- respondo sonriente.

Aunque solo de ver ese gofre, me repugna.

Ya comí hace tiempo, aunque ahora, siento que la comida común, me aborreze demasiado, así, que pedí a mi padre si podría traer algo de sangre para dejarlo en la nevera y picar cuando se me plazca, ya que antes solía fumar. Y lo sigo haciendo, aunque no me siento complacido por ello.

Quizá Katie tuvo razón diciendo que he cambiado estos últimos años.

Puede que deba hacer una visita al médico de la manada.

-Ilak, tómate el día libre y haz lo que se te plazca- menciono dejándola sin ninguna opción al levantarme de la mesa.

Al cabo de unos minutos de búsqueda, encuentro al doctor en su sala, rodeado de varios papeles en su mesa y varias camillas para posibles lesiones.

-Buenos días señor Francis, ¿tiene un minuto?-

Al voltear su silla del escritorio hacia mi dirección, asiente con una gran sonrisa con su mano izquierda indicándome que pase y cierre la puerta.

-Dime Theo, ¿que sucede?-

Por ciertas razones, me agrada Francis, ya que respeta mi autoridad y a la vez hay confianza entre ambos, al igual que mis padres confían en él, más su carácter sumiso es bastante tranquilizador a la hora de hablar con él.

Francis tiene doscientos años, aunque parece que siga en la flor de la juventud. Su corto cabello castaño sigue sin ninguna cana, su mirada sosegada, el cuerpo de un adulto de menos de cuarenta años, por no mencionar la buena forma en la que se encuentra cuando viene a las cacerías con nosotros.

Me acerco al lado de su escritorio y termino sentándome en la silla de delante para poder charlar plácidamente.

-Llevo varios días perdiendo el apetito, y aunque quiera, no puedo dejar de tomar sangre de animal-

-Mm, ya veo...- musita frunciendo su ceño-¿Has probado algún otro animal?- niego- Es posible que el animal que estés tomando haya sido aborrezido para tu estómago-

Recapacito, aunque me parece una suposición bastante absurda, ya que no creo que sea por eso.

-Francis, ¿es posible que sea por la mate?-

Parece pensarlo por varios segundos, dejando de lado algunos papeles y haciendo hueco en su mesa. Seguidamente, abre el primer cajón de la mesa y saco un par de papeles bastante viejos.

-Es posible, aunque creía que amaba a Ilak-

Niego rotundamente con la cabeza con cierto desánimo.

-No la amo, pero si no conseguía una mate, mis padres al igual que la manada pensarían que no merezco ser un Alfa digno-suspiro.

Pacto hostil [ESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora