Capítulo 18: Un Grupo Peculiar

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El joven se encuentra recostado en su cama mirando la lluvia por la ventana, no puede conseguir el sueño y se encontraba agotado. Piensa en su familia, amigos, escuela, y se pregunta cómo deben de estar sin él; es más que probable que hayan notado su ausencia por esos dos días que lleva en Solunier « ¿Me estarán extrañando?», « Si el tiempo es diferente acá ¿cuánto tiempo ha pasado allá?» .

También piensa en lo que Mr. F. le había mencionado en la cena hace más de una hora atrás, sobre que a partir de mañana pasará gran parte de la mañana en casa de Don Alejandro para que éste lo instruya y le dé clases. Sus pensamientos son interrumpidos cuando de repente una piedra golpea la ventana por la que Tomás observaba la lluvia, el muchacho se sobresalta pero bastan unos segundos para reponerse y creer que ha sido el viento o la lluvia.

Ese pensamiento se esfuma cuando otra piedra golpea nuevamente la ventana, como si alguien quisiera romperla desde fuera. El muchacho esta vez se sienta en la cama, intentando ver lo que pasa afuera a través de la ventana pero solamente se ven las ramas de los árboles bailando al compás del viento. Pasan unos segundos más y otra vez una piedra golpea la ventana, definitivamente había alguien que estaba molestando. Tomás se levanta y se asoma, solo ve el jardín solitario, pero otra piedra que golpea el vidrio le da la dirección en dónde debe mirar: al final del jardín, detrás de un arbusto se asoma la cabeza de una persona, no puede verla con claridad pero Tomás nota que le está haciendo señas.

No comprende las señas al no poder ver bien, pero deduce que lo está llamando, y por un momento duda si debe salir pero no la piensa dos veces ( dejando en evidencian que la experiencia de esa misma mañana no le ha enseñado nada), se viste rápido y sale por la misma ventana trepando un árbol que hay justo frente a la ventana. Al caer en el jardín se coloca la capucha de su campera y se dirige al arbusto, pero a unos pasos de llegar, la persona comienza a correr dirigiéndose al campo de girasoles, Tomás corre tras ella sin dudarlo.

Del campo de girasoles corren a unas cabañas ubicadas unas al lado de otras, pero la persona sigue aún más allá, hacia unas calles asfaltadas y veredas anchas. A pesar de la lluvia, hay mucho movimiento de gente, carretas y autos viejos andando por las calles. Tomás aún sigue al extraño sin poder alcanzarlo, pues corre como un rayo y los pasos cortos del muchacho no ayudan demasiado en el suelo mojado.

En momentos el extraño paró para esperar a Tomás cuando éste se quedaba muy atrás, y era más que evidente que quería que lo siguiera. Finalmente se introdujo en una pequeña cabaña abandonada escondida entre árboles y plantas a las afueras de ese vecindario, el muchacho al verlo desaparecer entre las cortinas que cuelgan en la entrada deja de correr y se acerca lentamente.

Se detiene a pensar en lo que está haciendo, y solo ruega que Mr. F. no note su ausencia, la idea de volver a su casa no la quiso escuchar ya que se había agitado mucho y sabe que se quedará con la duda de aquel extraño si decide volver.

Con sutiliza, desliza la cortina que cubre la entrada y para su sorpresa descubre que no es una pequeña cabaña después de todo, por dentro es más grande y está llena de pantallas de computadoras viejas, cables colgando de aquí para allá y montañas de papeles apilados en varios rincones. Se oyen varias voces que provienen de más al fondo de la cabaña, un pasillo que dobla a la derecha fue lo que Tomás tuvo que atravesar para descubrir que un grupo de personas lo están esperando.

Una pequeña mesa gris en el centro, una computadora mucho más grande que las que había visto en la entrada y cuatro personas ubicadas alrededor de la mesa esperan al muchacho empapado que acaba de entrar. Cuando todos voltean hacia Tomás, éste se intimida y queda perplejo. Entre las cuatro personas que están alrededor de la mesa se encuentran Galas, y quedó mucho más confundido cunado reconoció a la mujer que le había robado el reloj esa misma mañana, Grinda, sentada junto a Galas.

Solunier: Entre Luz y OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora