UNO

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Como si fuera una pesadilla, Chanyeol había sido despertado por el sonido de su madre gritando y maldiciendo mientras se preguntaba dónde estaba y claro que debería estar confundida, porque todo era nuevo, no llevaban ni una semana en la nueva casa, cuando ella ya se había vuelto a poner a consumir, todo parecía conspirar a su favor, porque resultó que el vecino, vendía todas esas porquerías, aunque no sabía hasta donde podía llamar a un hombre "vecino" por el hecho de vivir en el callejón de al lado de una tienda de campaña, preparando su comida en un bote de basura al que le prendía fuego en el interior y ardía mejor gracias a todos los papeles y basura del interior.

Hacía poco se había mudado con su madre a un edificio de tres pisos, con apenas unos cuatro o cinco apartamentos por piso, lo que los hacía ridículamente pequeños, Chanyeol creía que cualquiera podría perder la cabeza en lugares como ese, con un papel tapiz deprimente, arrancando de algunas partes, así como la alfombra con un montón de manchas de dudosa precedencia, Yeol en verdad no quería saber que eran y como no se habían podido quitar, aunque también dudaba que si quiera se hubieran molestado en tratar de removerla, pero de una, estaba seguro de que era sangre, ahora solo había que esperar y rogar que fuera por un accidente, un corte o algo, aunque Chanyeol tampoco esperaba mucho de ese lugar.

En realidad, nunca esperaba nada de nada.

Solo había una habitación, la que había tomado su madre y Chanyeol había quedado para dormir en el miserable salón de la casa, que al mismo tiempo era un comedor y al mismo tiempo estaba conectado con la diminuta cocina, que tampoco es que pudiera llamársele de esa manera, porque solo había una estufa y algunos estantes, unas repisas, aunque también era verdad que Yeol y su madre, no tenían demasiado, pedir un lugar mucho más grande, solo hubiera hecho más notable que no tenían nada y claro, ¿cómo iban a tener cosas suficientes? Si era que cada vez que los arrendadores se cansaban de ellos y de que no pagarán las rentas, terminaban escapando antes de que pudieran llamar a la policía, cada vez cargaban con menos cosas, incluso en esos momentos, Yeol había terminado mirando toda su ropa empacada, por así decirlo, un montón de su ropa y algunos de sus zapatos, aunque de nuevo, no es que tuviera demasiado.

Termino suspirando cuando escuchó a su madre quejarse nuevamente, ella en verdad debía tener la resaca de su vida o una grave sobre reacción a causa de drogas baratas, así que había terminado levantándose de ese sofá viejo y hundido, que se había convertido en su cama y habitación, para ir con ella, abriendo la puerta y encontrándose con la imagen lamentable de siempre, la que era tan familiar que en realidad ya no le causaba ningún temor.

Su madre era una mujer baja, delgada y hermosa, pero siempre estaba hecha un desastre, no había nada relacionado a ella que no fuera de la misma manera, un caos por completo, así que solo había terminado suspirando cuando la vio hacerse vueltas en la cama, sacudiéndose y mirando que, en la mesa de al lado de esa cama de metal, chirriante y vieja, había restos de polvo blanco, así que Chanyeol solo había terminado tallando su frente, completamente estresado, no sabía en qué momento ella se le había escapado para poder ir a comprar eso, seguramente con el podo dinero que les quedaba y había inhalado todo eso por la nariz, si la miraba de cerca, aun se le veía un poco pero prefería agradecer el hecho de que ella no hubiera muerto por una sobredosis, mientras caminaba por encima de todo el desastre de la habitación, que encima de ser minúscula, era fría como si estuvieran en invierno, en uno muy duro, pero aunque podría ser más o menos cómoda, ella había hecho de ese lugar un basurero en menos de una semana, Yeol podía ser testigo de ellos, caminando en medio de la ropa, zapatos de tacón y demás, para abrir la ventana y que entrará un poco de sol en la habitación.

Su madre termino maldiciendo mientras se agitaba aún más, revolviendo todo su cabello largo y oscuro, que le cubría la cara, estaba completamente enredada en algunas prendas que le servían como sabana, y la única sabana que tenían, que por supuesto era de su egoísta propiedad. Su madre se veía muy mal, encima de que parecía que había vomitado, toda la alcoba olía a eso y encima de aquello, su delgada camiseta de tirantes, se le había bajado y Yeol podía ver uno de sus senos en todo su esplendor, pequeño y redondo, así que con mucho cuidado, había terminado subiéndolo de nuevo sobre su hombro, mientras hacía una mueca, porque de verdad ella estaba despertando, como siempre, estando de malas, estirándose de manera perezosa, maldiciendo entre dientes la luz del sol, a Chanyeol y todo lo que veía con los ojos entrecerrados.

PatéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora