Capítulo 10

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Su padre alguna vez le contó que su madre solía cantarle una canción de cuna a la hora de dormir. En aquella época cuando aún vivía en el castillo de Lubov. Y ahí, entre las paredes del castillo, resonaba una bella voz, cantando para su hermosa hija. 

Ella no lo recuerda, su padre no solía hablar mucho sobre ello, y no lo culpaba. Después de todo, en aquel castillo, fue donde su odio hacia los humanos había nacido. Pero "eso había sido lo mejor para ella", pensaba su padre. Porque a diferencia de su hija, él aún recordaba cómo había sido su muerte; inerte; con su elegante vestido manchado de rojo; mientras su mano señalaba una puerta donde se hallaba una cuna; ella había muerto para proteger a su hija. No era él mismo cuando la vio. Dejó que ira se apoderará de su cuerpo y antes que los humanos fueran por su bebé, los mató.  

No tuvo opción. Su amada Martha estaría avergonzada por lo que hizo. Pero tampoco era como si fuera la primera vez que lo hiciera, no era la primera vez que probaba algo de sangre. Sólo que está vez, fue por venganza. Y los torturó aún cuando ya estaban muertos. Y no suficiente con ello, mató uno por uno a los que aún estaban afuera, ninguno quedó vivo. De ahí el porque nadie los persiguió cuando ellos huyeron.

Es por ello que protegió y cuido de su pequeña hija. Quería que tuviera una vida llena de amor y lejos de los peligros. Y durante un tiempo creyó que así iba a ser. Pero no contó que se iba a enamorar de un humano. Un humano que otra época no hubiera tenido piedad para matarlo y así deshacerse de él. Una época donde era respetado y no existía nadie quién no le tuviera miedo. Aún lo recordaba. Recordaba el sabor de la sangre y el como está lo volvía un completo sádico cuando la probaba. Y eso era por lo que no quería que Mavis saliera. No quería que se convirtiera en lo que él fue alguna vez.

Quería lo mejor para ella y que supiera que siempre iba a estar a salvo.

"Mi pequeña, pase lo que pase, nunca probarás una sola gota de sangre, prométemelo mi niña".

Fue lo que le dijo cuando cumplió los cien años de edad. Aún era muy joven y en su inocencia ella se lo prometió. Aunque claro, nunca imaginó que, en algún punto, tendría que romper la promesa que alguna vez le hizo a su padre. Ahora ella era también madre y como madre a veces tienes que hacer sacrificios para proteger a tu familia. Lo que significa que debería ser todo aquello que alguna vez lo fue su padre.

Un monstruo hambriento de sangre.

Y ahí se encontraba, volando en medio del bosque, ya en la oscuridad. Acechando a lo que sería su presa. Volviéndose cada vez más y más severa en lo que tenía que hacer.

Y a lo lejos, encontró a una persona que estaba haciendo senderismo. Un hombre de mediana edad que ni siquiera parecía peligroso. El pobre hombre se había perdido y estaba tratando de encontrar un camino de vuelta a casa. Mavis, ni tarde ni perezosa, se acerco sigilosamente hacia el joven. Dejando su forma de murciélago atrás y resaltando sus colmillos.

Por un momento se detuvo, no quería hacerlo, no quería terminar con un ser inocente. Pero por el otro lado, sino lo hacía, su hijo moriría. Y con todo su dolor, atrapó al hombre sin ni siquiera darle la oportudad de verla acercarse. Él lucho y trato de escapar, pero Mavis era aún más fuerte a ser un vampiro y enterró sus garras en la piel del hombre hasta que hacerlo sangrar. Lo apretó tan fuerte que su columna se rompió en varias partes, y como respuesta, él gritó tan alto como su voz le permitía.

-Lo siento- susurro Mavis con lágrimas en los ojos. Mientras veía como la respiración de su víctima se hacía cada vez más y más débil. Enterrado sus colmillos en el cuello de hombre antes que este dejará de moverse, para siempre.

Y con lágrimas aún en sus ojos, se dejó caer de rodillas, dando un gran grito de dolor ya en el suelo. Abrazándose a sí misma por lo que había hecho.

"Una vez que lo hayas hecho, debes de recordar que Dennis debe de tomar también sangre humana, no tiene que ser directo, sólo es cuestión que sirvas una poca en un vaso de plata".

-Jonathan, papá... Jonathan, papá... - Pensaba en ellos mientras repetía ambos nombres una y otras vez, y a su vez, hacía una cortada en la piel del hombre con el cuchillo que había traído, untando un poco de sangre en sus manos y cuerpo.

Se había olvidando del vaso de metal y ahora estaba utilizando su cuerpo como recipiente. No tenía lógica alguna, pero era lo único que podía pensar en ese momento. Se había vuelto loca.

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Por otro lado, lejos de lo ajeno, ignorante de lo que estaba pasando con Mavis, se encontraba el Conde Dracula paseando a los alredores de los jardines del hotel, se preguntaba donde estaría su hija. Se extrañaba que no estuviera en el hotel cuando Dennis finalmente había despertado. La había buscado por unas cuantas horas y hasta ahora no sabía nada de ella. Le preocupaba.

"¿Dónde se encuentrara mi pequeña?". - pensaba, tratando de buscar pistas sobre su hija. Pues desde hace un buen rato estaba sintiendo una punzada en su pecho, una que se sentía como una advertencia. No quería ser paranoico, pero si el fuera, volaría a todo prisa hacia el bosque y mandaría a todos del hotel al buscarla, y ganas no le faltaba, sino fuera por Jonnathan que le dijo "que mejor esperara", lo amaba, pero a veces se preguntaba sino era un idiota desespreocupado de la vida. Y él también por haberle hecho caso.

-¡Es suficiente, iré a buscarla!-. Se dijo a si mismo mientras se transformaba en murciélago e iba directo hacia el bosque.

En el transcurso del vuelo, se sentía cada vez más pesado, mareado y aturdido, era como una señal que debía darse prisa.

El camino era denso y estrecho, más esto no fue impedimento para seguir volando a toda velocidad y encontrar a su hija. Agudizó su oído y ahí fue cuando la escuchó. Era un llanto.

Al Drácula se le hizo un nudo en la garganta y su corazón palpitó a mil por hora, fue como si volviera al pasado y ahora la historia se estuviera repitiendo de nuevo. Su furia creció de golpe y siguió su camino aún más rápido, Conforme se acercaba el llanto era aún más fuerte y el ni siquiera lo pensó dos veces antes de volverse a transformar en un monstruo y golpear a cualquiera que le estuviera haciendo daño a su hija.

Grande fue su sorpresa cuando vio que tal cosa no era así, sino lo contrario. Lo primero que vio fue a Mavis empapada de sangre seguido de un cuerpo inerte, Y entonces lo supo de inmediato, Mavis había consumido sangre humana.

-Mavis- pronunció su nombre, casi como un susurro. Y con cautela, se acerco hacia ella poco a poco, teniendo cuidado de no asustarla. Pero no fue lo suficiente y tan pronto como ella escuchó un crujido, se levantó de golpe, dispuesta a atacar a cualquiera que estuviera ahí.

Sin embargo su respiración se relajó al darse cuanta de que era su padre y tan pronto lo vio, se abalanzó hacia él para abrazarlo.

Por otra parte, él estaba pasmado, se había quedado sin palabras y completamente congelado. Tenías tantas dudas y preguntas en su cabeza que estaba comenzado a marearse, y aún sintiéndose así, abrazó a su hija. Se odiaba por no haber estado ahí antes.

-Papá, soy una estúpida- pronunció Mavis, quien aún sollozaba en los hombros de su padre.

-No, yo soy el estúpido- Admitió su padre, quien con dolor y tristeza recordó las palabras de Erika "no eres quien conocí, el verdadero Drácula iría corriendo a ayudar a su hija" y entonces lo supo, si quería protegerla, primero tenía que olvidarse de los sentimientos hacia Jonnathan. Porque aunque le doliera, no podía seguir permitiendo a que estos mismos se impusiera con la relación de él y su hija.

-Vayamos a casa- Dijo el Conde antes de cargar a su hija en su espalda y e ir directo hacia el hotel.

Una estaca a tu ataúd (DráculaxJohnny) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora